La represa Pao La Balsa fue construida entre los años 1976-1978, con una capacidad de 419,66 millones de m3. Su superficie es de 4.780 hectáreas y su objetivo principal es abastecer a la región central de país, a través del Acueducto Regional del Centro.
Sin embargo, por sus características se convierte en un lugar turístico, así como la práctica deportiva, para el entretenimiento, contemplación y hasta para explotación comercial si así fuere.
Hecha gracias al aporte del río Pao, esta represa es también un ícono del estado Cojedes, un gran espejo de agua cuya panorámica observamos en gran dimensión cuando subimos hacia Las Galeras de El Pao. Pero si navegamos sus aguas contemplaremos de cerca la hermosura de un paisaje hecho por el hombre, donde llegan las garzas, corocoras, distintas especies de aves de nuestra rica fauna, babos, y en las sabanas que le rodean hay variedad de animales, desde cunaguaros hasta conejos, venados, lapas, monos, araguatos y otros.
Para el pueblo de El Pao la represa lo es casi todo, es un medio de trabajo para pescadores, de sustento familiar, de sano esparcimiento, de generación de empleo, de atracción turística y sus consecuentes beneficios. En buena hora el Estado venezolano construyó el parque Los Barrancones, con kioscos, canchas deportivas, baños y vestuarios, caminerías, piscina, estacionamiento, que hoy –aunque en proceso de deterioro- sigue siendo una infraestructura aprovechable, que en tiempos de Carnaval, Semana Santa y vacaciones escolares es muy visitado.
Desde allí salen pequeñas embarcaciones a recorrer la represa y visitar los islotes. Hace más de 30 años en uno de ellos el entonces gobernador de Cojedes, Federico Reyes, hizo un parque llamado Isla Piscis donde el turista podía pernoctar por horas, con sencillas instalaciones, disfrutar de la naturaleza, el agua y el sol radiante, la pesca y deportes acuáticos. Lamentablemente eso desapareció.
Recientemente en expedición científica, el antropólogo Argenis Agüero descubrió interesantes restos arqueológicos en uno de esos islotes, lo cual dará mucho de qué hablar en las próximas semanas, pues son piezas de cerámica prehispánicas que dan fe de la existencia de una cultura indígena considerable en estas tierras.
Visitar la presa Pao La Balsa relaja, porque siempre observar la pasividad de las aguas concentradas, el verdor de la naturaleza a sus orillas, el viento que roza nuestro cuerpo, invita al descanso.
Desde acá hacemos el llamado a las autoridades nacionales, regionales y municipales a considerar la realización de proyectos que conlleven a sanear la represa y a hacer inversiones que permitan su racional explotación turística lo cual será sin duda un enorme beneficio para las familias de este municipio cojedeño, del país y del planeta.(Las Noticias de Cojedes)
Carlos Hernández