"La disyuntiva es anular el voto o votar por el que nos parezca menos malo", dice el escritor mexicano Enrique Serna, autor de Genealogía de la soberbia intelectual. "No veo ninguna señal positiva a nuestro alrededor: el sistema de partidos está podrido", zanja el artistaAbraham Cruzvillegas, que en otoño expondrá en el ya mítico Salón de Turbinas de la Tate de Londres. "En estas elecciones parece que no se trata tanto de políticos como de narcos que matan, de narcos que dicen: este va, este no va", se lamenta Guadalupe Nettel,ganadora en 2014 del premio Herralde de Novela. Es obvio que la política mexicana no seduce a la gente de la cultura.
Las elecciones del 7 de junio (estatales, municipales y a legisladores) llegan en un momento de crisis de la legitimidad de los partidos y de las instituciones por culpa de los estallidos de violencia, de los escándalos en las altas esferas, de la languidez económica y de la caída de crédito de las fuerzas políticas tradicionales. Los jucios sobre el ámbito político son tajantes, como el del actor Daniel Giménez Cacho: "Para mí ningún partido es opción de mejoría, y no votar tampoco".
"Yo he perdido el interés por la política. Y está mal. Me he desilusionado mucho", confiesa la arquitecta Tatiana Bilbao, Premio Global de Arquitectura Sostenible en 2014. "Cada vez en la gente pesa más la falta de credibilidad de todo. Esta cantidad de corrupción, de ilegalidades… y no pasa nada. Seguimos viendo a los mismos ahí arriba". Diego Rabasa, editor del sello independiente Sexto Piso, no ve esperanza de cambio: "No se vislumbra ningún tipo de vía para detener la descomposición del sistema electoral y la democracia".
"Para mí ningún partido es opción de mejoría, y no votar tampoco", dice el actor Daniel Giménez Cacho
Rabasa afirma que estas elecciones, en lugar de servir como un termómetro de la voluntad ciudadana, funcionan para poner a la vista la carcoma del sistema. Las "interferencias" del crimen organizado, del uso de dinero público para campañas, de la iniciativa privada y sus intereses creados. También, según el editor, la campaña está mostrando la precariedad del Instituto Nacional Electoral: "Queda exhibida su incapacidad para actuar como árbitro, para que haya condiciones de equidad entre unos y otros. Es un árbitro que no parece respetado, y no hay un aparato lo suficientemente robusto que lo respalde".
El historiador Ariel Rodríguez Kuri apunta como novedad a la posibilidad de que un candidato independiente, Jaime Rodríguez 'El Bronco', gane las elecciones a gobernador del norteño Estado de Nuevo León, uno de los más ricos y poderosos de México. "Eso sí abriría una caja de Pandora, porque transmitiría la idea de que se puede competir más allá del marco partidario y desataría candidaturas independientes de cara a las elecciones presidenciales de 2018".
“México necesita una oposición alternativa a los grandes partidos", dice Enrique Serna. "En los últimos años los tres grandes lo único que han hecho es formar un bloque para solaparse mutuamente sus corruptelas". Poniendo la mirada más allá de las elecciones de junio, el escritor cree que la economía es el mayor enemigo del actual partido en el poder, el Revolucionario Institucional (PRI): "La corrupción desaforada que padecemos podría llevar a una catástrofe económica, y en ese caso el PRI sería desbancado del poder".
Unos son más optimistas (sin serlo ninguno con efusión) y otros menos, pero en conjunto las conversaciones dejan un reguero de pesimismo y de palabras que no remiten a la ilusión del voto sino a una cierta depresión cívica. Hablan de unas elecciones "tristes y desangeladas", de “territorios en guerra", de "dispendio", "clientelismo", "desilusión", "frustración", "apatía", "maniqueísmo", "represión"...
Del campo semántico de la abulia sólo se ve salir con nitidez la urgencia de un cambio: "Apuntalar a los candidatos independientes es lo mejor que podemos hacer", dice Nettel. "Decir, ¿saben qué? ¡Esto ya es ridículo! Queremos una alternativa" EL PAIS