La economía mexicana camina en los últimos años por esa delgada línea que separa el optimismo de la incertidumbre. México crece y crea empleo, pero no con el vigor suficiente como para atajar los problemas endémicos del país, la pobreza y la desigualdad. Quedan muy lejos aún los entusiastas pronósticos alentados por el Gobierno de Peña Nieto a su llegada al poder en 2012. La súbita caída del precio del petróleo y las turbulencias financieras por la recuperación en EE UU también han entorpecido la ambiciosa tarea de alcanzar tasas de crecimiento del 5%, hasta dejarlas en el modesto entorno del 2,5%. Entre tanta ambigüedad, el Gobierno ha encontrado en la inflación un dato redondo y que afecta además directamente al bolsillo de todos los mexicanos. El nivel general de precios bajó en mayo hasta su nivel más bajo de la historia.
La tasa registró un 2,8% mensual, la cota más baja desde que empezó el registro en 1970. Mantener a raya la inflación, uno de los fantasmas del país, es sobre todo un alivio para los 22 millones de trabajadores mexicanos que, pese a cobrar dos veces el salario mínimo (4,5 dólares al día), son pobres. “Es un buena noticia y sin duda se refleja en el poder adquisitivo de las familias mexicanas, además de ser un claro testimonio del excelente trabajo del Banco de México”, señaló este martes el secretario de Hacienda Luis Videgaray durante un el acto corporativo anual organizado por BBVA Bancomer en la Ciudad de México y que contó con la presencia de altos cargos tanto del banco como del Gobierno.
La caída del precio de la energía y las tarifas telefónicas son los principales motivos. La electricidad y el gas natural presentan rebajas del 30% y 10% respectivamente en lo que va de año. Mientras que han desaparecido recargos importantes en el mercado de telecomunicaciones, como los impuestos a las llamadas de larga distancia. “Sin duda hoy estamos viendo ya efectos de las reformas emprendidas, particularmente me refiero a la reforma laboral, la de telecomunicaciones, la energética y, por supuesto, una que a ustedes ocupa especialmente, la financiera”, defendió durante su intervención ante los directivos del banco el presidente Enrique Peña Nieto, en relación al amplio paquete de medidas liberalizadoras conocido como Pacto de México, con el que prácticamente inauguró su mandato.
Bancomer, la división mexicana del BBVA, aporta al grupo más del 50% de beneficios totales y es el primer banco del país tanto en activos como en cartera de crédito. Durante el primer trimestre del año sus beneficios alcanzaron los 570 millones de dólares y su cartera de crédito creció el año pasado un 15%. Ensanchar y abaratar los canales de financiación es precisamente uno de los principales objetivos de la reforma financiera. El crédito bancario concedido en México representa apenas el 20% del PIB, según datos del Fondo Monetario Internacional. Muy lejos del 47% de Brasil y aún más del 83% de Chile.
El presidente del BBVA, Francisco González, tuvo también unas palabras de elogio para la gestión del Gobierno mexicano. “Las reformas impulsadas por el presidente Peña Nieto van a mejorar la competitividad y el entorno de crecimiento de México. Esto, junto a un sistema financiero sólido, es fundamental para garantizar el crecimiento de la economía de un país, aumentar la bancarización, generar empleo y, lo más importante al final, reducir la pobreza”.EL PAIS