En el liceo Alirio Ugarte Pelayo de Barquisimeto, en el centro-occidental estado Lara, no sólo se observa entrar y salir jóvenes estudiantes de camisas azules y beige de salones de clases, bajar o subir escaleras, descansar o estudiar en los bancos del centro educativo que tiene un enorme patio soleado.
En este instituto educativo, situado en la calle 1 con carrera 1, al final del barrio El Suspire, frente a la urbanización Techos Rojos, hay al menos cuatro espacios que han sido consolidados por experiencias de agricultura urbana, desarrolladas no solo por estudiantes y docentes, también por personal obrero y administrativo de la institución, como parte del programa Huertos Escolares y Todas las Manos a la Siembra, promovido por el Ministerio para la Educación en todo el país.
En este liceo de 645 estudiantes, 49 docentes, personal administrativo y obrero, se crearon huertos tradicionales para la siembra de tomate y pimentón; también huertos experimentales en cauchos y canteros chinos para la siembra de yuca. De ambas experiencias adquieren las semillas para multiplicar los cultivos.
Igualmente en el instituto educativo crían ovejos para la producción de abono orgánico, también producen abono a base de humus de lombrices californianas, desechos de vegetales y bocashi, material orgánico fermentado.
Así, este liceo es mucho más que 35 aulas para atender a los estudiantes del primer año al quinto año de bachillerato, en cinco secciones por cada año. En este centro educativo se siembra el valor de la educación para el trabajo, para el sustento y desarrollo familiar. En este instituto se siembran con hechos los valores de la agricultura urbana.
Educación para el trabajo liberador
Marcos Crespo, director del instituto educativo, contó que esa experiencia agrícola, pecuaria y de abono orgánico se inició con el nuevo año escolar 2015-2016, en el que se incluyeron materias relacionadas con la agricultura urbana, especialmente en el tercer año de bachillerato, como parte del impulso del sistema curricular bolivariano, que destaca la necesidad de desarrollar la educación para el trabajo productivo y liberador.
"Esto se entiende a partir del estudio teórico y práctico de la agricultura, del cultivo, de la siembra, de intentar dar respuestas a la realidad a partir de las experiencias escolares específicas, para llevarla al hogar y de producir parte de los alimentos que consumimos", detalló Crespo.
El docente José David Palacios, responsable de los proyectos socio-productivos de los programas Huertos escolares y Todas las Manos a la Siembra en el liceo y en las comunidades adyacentes a esta institución educativa, explicó que establecieron una alianza con el Programa Nacional de Formación de Tecnología y Producción Agroalimentaria de la Misión Sucre; también, recibieron apoyo de la empresa socialista Pedro Camejo y del Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (Inia).
"Hicimos un estudio de los suelos y este determinó el tipo de siembra que podíamos hacer. Optamos por empezar por el tomate, el pimentón y la yuca", aseveró Palacios.
El siguiente paso en el proyecto fue la inclusión de los estudiantes del tercer año a través de la materia Fruticultura, que también incluye la siembra hortícola. A través de esa asignatura, crearon patios productivos, sembraron, y en enero cosecharon los primeros 7 kilos de tomate y 3 de pimentón; también, recolectaron semillas de esta primera siembra para la multiplicación del cultivo.
Estos primero kilos de tomate y pimentón fueron ofrecidos a la familias de estudiantes del liceo y ahora debaten cómo hacer la distribución del bien alimenticio en un futuro.
Lo más importante, resaltó Palacios, es que "estamos promoviendo en los estudiantes y sus familias el valor por la siembra y la agricultura urbana".
Esta enseñanza ha calado en estudiantes como Alejandro Cordero, cursante del tercer año de bachillerato de ese liceo. El joven, de 15 años de edad, ha estado involucrado de forma directa en esta experiencia agrícola y urbana, desde la preparación de la tierra, la siembra y la cosecha.
"La experiencia me ha parecido maravillosa", aseveró este joven que reside en el sector Indio Manaure de Barquisimeto.
Una postura similar comparten Rosimar Dudamel y Annabella Cadevilla, también estudiantes del tercer año de bachillerato y quienes consideran gratificante la vivencia con la materia de agricultura urbana. "Hemos aprendido a sembrar y saber cómo se cultiva", aseveró Dudamel.
Cadevilla agregó que "la experiencia ha sido bastante buena. Ahora sabemos cómo se siembra el tomate, el pimentón y la yuca, cómo se obtiene el abono orgánico y también hemos aprendido de la cría de ovejos".
Hacia la diversificación de actividades
En el Liceo Alirio Ugarte Pelayo también desarrollan otros proyectos de agricultura urbana, como la producción de abono a base de estiércol de ovejos, humus a base de lombriz californiana y de desechos vegetales orgánicos, así como el bocashi, de material orgánico fermentado.
En la actualidad son criadas 6 ovejas en el liceo, 3 adultas y 3 crías. También, desarrollan un proyecto con la tuna España, un cactus que es un extraordinario nutriente para los ovejos. "Vendrá a resolver la necesidad de alimentar a nuestros animales. A estos suma la hierba", explicó Marcos Crespo.
Dijo que el abono que se desprende del estiércol de los ovejos tienen un alto componente de nitrógeno, capaz de nutrir con mayor fuerza la raíz de los cultivos.
Igualmente cuenta la institución con un espacio para la siembra experimental de yuca en cauchos y canteros chinos, que se realiza con apoyo del Programa Tecnología de Producción Agroalimentaria, que coordina en la institución el médico veterinario Rafael Dorante.
También tienen siembras de plátanos y estiman desarrollar en el presente año el cultivo de moringa, maíz y auyama. Así, en este centro formativo, como en otros de la entidad, ha comenzado a verse la agricultura urbana como un elemento de la educación para el trabajo liberador y el sustento familiar.
AVN