Como es tradición desde 1933 los Toros de Colores, engalanan la octavita de carnaval en la población de Santa Cruz, en el estado Aragua, para representar la faena taurina en su máximo esplendor.
Vistosos animales elaborados con madera, cabillas, papeles de colores, pega, entre otros materiales, recorren una ruta en el pueblo y llevan el entusiasmo propio del asueto de carnaval.
Esta tradición surge en la época de la colonia en 1920, cuando la familia Monasterios, crea la primera empresa del municipio José Ángel Lamas. Elías Cuervo Monasterios, integrante de la familia quedó a cargo de la empresa y en tiempos de carnaval, por una necesidad económica creó la imitación del toro negro para recoger dinero.
Con estos antecedentes se materializó el Toro de Colores, en la época en que se inauguró la Maestranza César Girón, en la ciudad de Maracay en 1933.
Esta expresión cultural hoy goza de un estandarte en el municipio, por ser uno de los íconos representativos para los habitantes de Santa Cruz y Patrimonio cultural del estado.
José de Jesús Velásquez, cultor aragüeño que desde hace 52 años ha impulsado esta expresión comenta que en el comienzo de los toros, participaban unas cuatro o cinco familias, lo que ha ido en aumento con la incorporación de los más jóvenes.
"Hemos transformado esta manifestación y la hemos sacado de la palabra parodia. La importancia que tiene esto para nosotros es lo humano y espiritual, aunque no tiene que ver con ninguna expresión religiosa. Como cultores queremos humanizar el toro, creemos en el fondo que va a tomar vida", resaltó.
Desde muy pequeño el señor Jesús sintió fascinación por esta actividad, que ha sido transmitida a las nuevas generaciones de la familia Velásquez, quienes cada año dan un toque innovador en la elaboración del toro.
Celebración de octavita
La expresión cultural se celebra cada domingo, posterior a la llegada del carnaval, conocido como domingo de octavita. Desde tempranas horas los cultores se reúnen en un punto de encuentro para iniciar la ruta y recorrido por las calles de Santa Cruz.
Unas 12 personas, entre cargadores, toreros, un doctor, un enfermero, representan la faena taurina en la parte de la cuadrilla, quiebres y movimientos que se realizan en este arte milenario.
En el acto de simulacro, el torero es herido por el toro y el doctor se acerca de forma jocosa a brindar cuidados al toro. Elementos como sangre ficticia dan realismo a la actuación.
La Velasquera como es conocida la familia Velásquez, realiza luego del recorrido un encuentro en la calle Urdaneta en el sector San Rafael, donde la celebración se convierte en una gran fiesta con comida, bebidas, juguetes inflables para los pequeños, actividades deportivas, entre otras.
Para esta edición los Toros de Colores, esperan la llegada de otras agrupaciones y manifestaciones culturales del estado, como los Diablos Danzantes, Los Pastores de El Limón, entre otros cultores que rendirán tributo a esta antigua expresión.
El toro va a la escuela
El señor Jesús Velásquez cuenta que para preservar la tradición en el municipio, se organizan de forma constante una serie de talleres en las escuelas, por lo que recientemente capacitaron a niños y niñas de 11 escuelas.
Para este año desarrollarán una programación que atenderá al resto de los centros educativos, para transferir los conocimientos culturales que han permanecido en la jurisdicción durante años.
En la jornada de este año, se hará la entrega de la imagen del toro a cada colegio que participó en los talleres, con estructuras que fueron diseñadas en tamaños pequeños para que puedan ser manejados con facilidad por los estudiantes.
"Estamos enfocados en la transformación del hombre por el hombre y eso es a través de la formación que brindamos al semillero de la patria, a los más pequeños", dijo Velásquez.
Creación artesanal
Víctor Velásquez, hermano mayor del señor José, tiene más de 45 años con los Toros de Colores, señala que la elaboración de la imagen del animal es un proceso que tiene una gran dedicación. En el caso de la familia Velásquez todo el año se dedican a la decoración y diseño de la estructura.
El toro es elaborado con una estructura de cabilla que da forma a la imagen taurina y una máscara creada con papel, agua y pega que se convierte en la cara del toro, la cual es pintada de negro y adornada con pepas de zamuro como sus ojos, una nariz y una lengua.
"Yo siempre creí en un toro cultural, que fuera un icono del municipio. Desde el año 1933 este toro policromático ha llamado la atención a la gente, por ello su manualidad y su pedagogía para enseñar a los más pequeños", comentó.
La vistosidad y el colorido se hacen ver en todo el animal, decorado con papeles cortados en flequillos de colores, agarraderos para quien lleve el toro, además de la imitación de los testículos del animal. Un aspecto importante y que le da vida al toro, es que lleva dos cachos y una cola real, la cual es buscada en los mataderos de la zona.
Esta tradición se convierte en la ocasión propicia para exaltar los valores culturales y de identidad de los pueblos, para celebrar de forma alegre y vistosa la despedida de la época del carnaval.
AVN