(AFP) – El gobierno de Alvaro Uribe (2002-2010) está siendo cada vez más cuestionado en Colombia, bajo la presidencia de su ex ministro de Defensa Juan Manuel Santos, con acusaciones de la justicia a sus colaboradores más cercanos y una investigación de escuchas ilegales en el Congreso, en la que deberá prestar testimonio el propio expresidente.
La fiscal general, Viviane Morales, anunció el lunes que imputará cargos a Andrés Arias, ex ministro de Agricultura, implicado en un escándalo de corrupción en la asignación de subsidios que debían otorgarse a familias campesinas pero fueron concedidos a grandes terratenientes, algunos de los cuales financiaron la campaña por la reeleción de Uribe en 2006.
Poco antes de ese anuncio, Uribe había criticado las acusaciones en contra de sus ex funcionarios y aliados, que abarcan también la Dirección Nacional de Estupefacientes y el sistema de salud cuya administración fue cedida a empresas privadas.
“Este gobierno no necesita graduarnos de corruptos para adelantar su política contra la corrupción. Van desacreditando un gobierno que trabajó con patriotismo”, se lamentó el ex mandatario en una entrevista.
Arias es considerado como uno de los hombres más leales a Uribe, al punto que los medios colombianos le apodaron “Uribito”. En 2010 intentó sin éxito ser el candidato presidencial del Partido Conservador.
La inminente acusación contra el ex ministro de Agricultura sigue a las realizadas en mayo por la Fiscalía a Bernardo Moreno, ex secretario general de la presidencia, y a María del Pilar Hurtado, ex directora del servicio de inteligencia DAS, que depende directamente del jefe de Estado, por un escándalo de escuchas ilegales a magistrados, políticos de oposición y periodistas.
Por ese caso, Uribe rendirá su primer testimonio el próximo jueves ante la comisión de acusaciones de la Cámara de representantes.
“Sin duda el gobierno de Uribe está siendo sometido a escrutinio, aunque por cosas que ya se sabían antes de que dejara la presidencia” en agosto de 2010, dijo a la AFP el politólogo Rubén Sánchez.
“Su imagen se ha opacado mucho en estos meses. Uribe es un líder carismático que mantiene una alta popularidad, pero el poder lo tiene el que está en el gobierno, que maneja el presupuesto y nombra a los funcionarios”, añadió en referencia al presidente Santos.
Santos fue ministro de la Defensa de Uribe entre 2006 y 2009 y era considerado su delfín, pero ha venido desmarcándose del anterior gobierno.
“Al principio la diferencia parecía una cuestión de estilo, pero con el tiempo se va viendo que tiene que más que ver con el fondo”, dijo Sánchez.
“El reconocimiento que Santos decidió dar al conflicto armado interno (en una ley para reparación de víctimas) al que se opuso Uribe, la búsqueda de un espacio para Colombia en la Unión de Naciones Suramericanas, las buenas relaciones con los vecinos Venezuela y Ecuador, y el papel de componedor en la situación de Honduras hablan de una gran distancia”, señaló el académico.
Pero así como las discrepancias entre Santos y Uribe se muestran en público periódicamente, ambos se ocupan también de hacerse mutuos reconocimientos en busca de aliviar las tensiones entre los propios aliados y partidarios de su coalición de centro-derecha.
“Guardan las debidas formas, porque una ruptura en este momento desgastaría sobre todo a Santos”, consideró el politólogo Fernando Giraldo.
“Habrá que esperar los resultados de las elecciones regionales de octubre para saber si nos acercamos a una ruptura clara. Si triunfa la corriente más liberal de Santos podría darse, sino a Uribe lo irán soltando lentamente”, opinó Giraldo.
Uribe gobernó durante ocho años con una política de combate frontal a las guerrillas izquierdistas, alianza con Estados Unidos y apertura económica, que le valió índices de popularidad de alrededor del 70%, que aún mantiene.