El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, pidió a los miembros del Congreso aprobar el presupuesto para la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) que ponga fin a la paralización parcial de la entidad.
Tras acordar finalmente una solución a la crisis de la deuda de EE.UU., los congresistas no lograron extender el presupuesto de la FAA antes de partir a sus vacaciones de verano.
Como consecuencia, unos 70.000 trabajadores han sido despedidos temporalmente, mientras que otros 4.000 tendrán que permanecer en casa sin cobrar su sueldo.
El enfrentamiento político podría costarle al gobierno más de US$1.000 millones por concepto de impuestos no recaudados sobre el monto de los boletos aéreos.