AFP) - El gobierno conservador español salido de las elecciones del domingo deberá tranquilizar a unos febriles mercados capaces, como demostraron los casos italiano y griego, de sacarlo del poder si no están satisfechos, aunque la solución debe venir también de Europa, advierten los expertos.
Con estas elecciones “se habrá completado un proceso no escrito ni planificado de sustitución de los gobiernos en todas las economías europeas consideradas periféricas: Grecia, Irlanda, Portugal e Italia, además de la propia España”, subrayaron los analistas de Bankinter.
Unos países golpeados estos últimos meses por los mercados, que no han dudado, como en el caso español, en subir la presión a apenas unos días de las elecciones.
La cuarta economía de la zona euro vio así como su prima de riesgo –sobrecoste aplicado a España para financiarse a diez años respecto a lo que paga Alemania, referencia de la zona euro– batía récords, rozando el límite simbólico de los 500 puntos básicos.
Y no es seguro que la tormenta amaine tras el cambio de ejecutivo.
“El nuevo gobierno no dispondrá del habitual período de gracia de 100 días, debiendo transmitir medidas y objetivos concretos, incluso antes de su investidura” en enero, advirtió Bankinter.
El líder conservador Mariano Rajoy, llamado a ser el próximo jefe del gobierno, aseguró esta semana que su “prioridad es dar un mensaje de confianza a los mercados”, prometiendo presentar rápidamente “un primer plan de medidas económicas” para mostrar que “España se toma en serio el asunto del déficit público”.
Es el primer desafío que tiene que afrontar: el país quiere bajar su déficit, del 9,3% del PIB en 2010 al 6% en 2011, pero el Banco de España y la Comisión Europea dudan de esta previsión.
El principal obstáculo son las regiones, cuyas finanzas deberá controlar mejor el próximo gobierno central, adoptando al mismo tiempo un “presupuesto austero” para 2012, afirma José Abad, analista del banco Unicredit.
Aunque el presupuesto no se vote antes de principios de febrero, “esperamos que el gobierno proporcione un proyecto a los mercados antes de final de año”, añadió.
“La prioridad va a ser la reducción del déficit, por muy doloroso que sea lo de los cinco millones de parados”, añade Juan Carlos Martínez Lázaro, economista del IE Business School, mencionando de esta manera el otro gran desafío, una tasa de desempleo del 21,52%, un récord entre los países industrializados.
La reforma del mercado de trabajo iniciada en 2010 deberá continuar, según los expertos: “Hay que acabar con la dualidad”, dice Xavier Vives, profesor del IESE Business School.
“Esta alta tasa de paro es el mayor obstáculo para reactivar la economía, el crecimiento”, insiste Juan José Toribio, también del IESE.
El crecimiento es el último desafío, tras frenarse en seco en el tercer trimestre. El país podría volver a caer en la recesión a principios de 2012, según los bancos Goldman Sachs y Natixis, y el instituto francés de estadística Insee.
Por último, tendrá que sanear de manera definitiva el sector bancario, fragilizado por el estallido de la burbuja inmobiliaria y que ahora tiene 176.000 millones de euros en créditos dudosos e inmuebles y terrenos intervenidos.
En total, el diario El Economista calculaba esta semana que las deudas que llegan a su vencimiento en 2012, ya sean las de los bancos o las del Tesoro, suponen 335.000 millones de euros, y que para ello, España podría necesitar una ayuda de 100.000 millones.
Según este rotativo, Mariano Rajoy ya estaría negociando con la canciller alemana Angela Merkel las condiciones de una ayuda financiera de la Unión Europea a España.
“Una de las primeras decisiones que el nuevo gobierno podría verse forzado a tomar es negociar con el FMI y/o el (fondo europeo) FESF una línea de crédito, por precaución”, considera José Abad.
Si se habla de 100.000 millones, “sería más bien un rescate en toda regla”, dice Daniel Pingarrón, analista de IG Markets, que considera “más bien líneas de liquidez temporales y a mucho menor escala que 100.000 millones” de euros.
Pero, Bankinter recuerda que “no hay medidas de austeridad de los países bajo presión que puedan convencer de manera drástica a los mercados, si no vienen de la mano de una intervención contundente por parte del BCE”.
Una opinión que comparte Unicredit: “es poco probable que España se estabilice sola”, ya que “el BCE va a tener que intensificar su apoyo”.