(AFP) – Los medios de prensa oficiales norcoreanos, instrumento de
propaganda del régimen estalinista, describían de manera unánime la
“tristeza indescriptible” de los norcoreanos tras el anuncio el lunes
de la muerte del “querido líder”, Kim Jong-Il, muerto de una crisis
cardiaca.
“Ni siquiera tratan de secar sus lágrimas, se retuercen de dolor y
desesperanza ante una pérdida tan enorme”, indicaba la agencia central
de prensa coreana (KCNA), mencionando la “tristeza indescriptible” de la
muchedumbre en el país.
La televisión estatal mostró a miembros del Partido de los trabajadores de
Corea, el brazo político del régimen reservado a los funcionarios más leales al
régimen, golpeando con el puño las mesas, desconsolados, en un comité de
provincia.
“No puedo creerlo. ¿Cómo pudo dejarnos? ¿Qué hacemos?”,
preguntaba Kang Tae-Ho, con la mirada perdida en el vacío.
“Hizo tantas cosas para mejorar nuestras vidas y se fue
así”, se lamentaba Hong Sun-Ok.
La muerte de Kim Jong-Il, que dirigía el país con mano de hierro desde la
muerte de su padre Kim Il-Sung en 1994, fue anunciada en la televisión por una
presentadora que lloraba, vestida de negro, delante de un fondo con paisaje de
bosques y montañas blancas, decoración de las leyendas milenarias en Corea.
Según sa leyenda, Kim Jong-Il habría nacido en el Monte Paekdu, el más alto
del país (2.744 metros), en la frontera china, una montaña sagrada para todos
los coreanos.
El retrato de un Kim sonriente, en su habitual vestimenta color kaki,
se difundía con música fúnebre.
La televisión mostró luego una retrospectiva de sus famosas giras de
inspección, cuando hacía propaganda al régimen en bases militares, fábricas,
almacenes, en el campo, llamando a sus interlocutores a continuar con el
“espíritu del gran general”, su padre.
Un oficial de 43 años, Jong Il-Guk, citado por KCNA, dijo: “Bajo la autoridad
del Camarada Kim Jong-Un, convertiremos nuestra pena en fuerza y valor,
superaremos las dificultades actuales y trabajaremos más duro aún por
la victoria de la revolución del Juché”, que significa literalmente
“auto-suficiencia”, ideología que es mezcla de comunismo y orgullo nacional
desarrollada por Kim Il-Sung.