Los fines de semana son los días de mayor angustia para los adictos a las drogas o al alcohol de los centros de rehabilitación o comunidades terapéuticas y,si su abstinencia no se controla con fármacos, pueden generarse peleas o hechos trágicos como el ocurrido esta madrugada en Chosica, afirmaron especialistas en salud mental.
Gloria Cueva Vergara, directora general de Salud Mental del Ministerio de Salud, explicó que normalmente los adictos suelen aumentar su consumo los fines de semana y, por eso, cuando ingresan a un centro de rehabilitación, al estar en abstinencia, su angustia y desesperación por probar droga o alcohol es mayor en esos días.
Señaló que aparentemente el incendio ocurrido en el centro Sagrado Corazón de Jesús de Chosica se debió a una discusión porque no se dejó salir a uno de los internos y recordó que el incendio ocurrido en enero último en una comunidad terapéutica de San Juan de Lurigancho también ocurrió en la madrugada de un sábado.
“Por nuestra experiencia, viernes y sábados por las noches son terribles para adictos o alcohólicos porque son los días que más consumían. Si esto no se controla con tratamiento para la abstinencia, pueden suceder conductas agresivas e impulsivas. No es coincidencia que ambos incendios se dieran al amanecer del sábado”, refirió en diálogo con la agencia Andina.
Cueva dijo que, por esta razón, todos los centros de rehabilitación para adictos a drogas o alcohol deben cumplir con algunas condiciones, como brindar tratamiento farmacológico a los adictos que están en abstinencia, y controlar que el internamiento sea voluntario, lo que evita la necesidad de rejas o candados en los dormitorios.
“Hay síndromes de abstinencia que son de muy difícil manejo y además producen sufrimiento a las personas. Con esas medicinas, esos síntomas pueden disminuir y manejarse adecuadamente”, puntualizó.
Pero además, comentó, en estos centros debe haber un tratamiento psicológico especializado a fin de modificar progresivamente una serie de creencias y conductas que el adicto ha mantenido durante muchos años. “La idea es generar conductas más proactivas y menos autodestructivas”.
Agregó que en todo este tratamiento tiene una vital importancia la familia, la que debe colaborar con la rehabilitación y comprender el fenómeno de la adicción así como sus orígenes, muchas veces vinculado al desapego o desinterés de padres a hijos, violencia familiar o falta de límites para no caer en conductas de riesgo.
“Si hasta los cuatro o cinco años, el niño o la niña sufrió rechazo, maltrato o demasiada permisividad por parte de los padres, esto mella la afectividad de la persona, y cuando es adulta, se hace impulsiva, irreflexiva, intolerante, desconsiderada hacia otros, empezando por la familia y de allí a volverse adicto o adicta hay un paso. Todo está en la parte inicial de la vida”, expresó.
Tras señalar que la mayoría de las familias de los adictos son disfuncionales (padres separados o con problemas de violencia), Cueva dijo que es necesario hacer psicoeducación dirigida a la población para que se sepa que si se trae un hijo al mundo, “hay que darle el tiempo o dedicación pues de lo contrario se presentarán patologías como éstas”.
La especialista recalcó que el interno debe ingresar a una comunidad terapéutica por su propia voluntad por seis meses o más, dependiendo de su gravedad, y después de haber seguimiento mínimo de 2 años para luego entrar a un período de recuperación.
Manifestó que estas condiciones se cumplen en el centro de rehabilitación de Ñaña, el único que tiene el Ministerio de Salud en todo el país, a donde los internos acuden por su decisión, aunque apoyados por su familia, y donde no hay rejas ni candados para impedir a los internos que salgan.
PUB
PUB