El expreso político Ángel Moya Acosta concedió una entrevista al diario español “ABC”, con el fin de contar su experiencia dentro de la prisión cubana “100 y Aldabó”, donde los efectivos policiales realizan los interrogatorios a los detenidos.
Según señaló, las celdas están diseñadas para no recibir luz del sol y denunció que los custodios “abre la mirilla de la celda para impedir que el preso descanse y provocarle tortura psicológica”.
A continuación el artículo publicado por el medio español:
Es en términos formales, la sede central de la Policía cubana, donde se instruyen los casos de delincuentes comunes. En realidad, la cárcel «100 y Aldabó», en la que se halla todavía retenido el vicesecretario general de Nuevas Generaciones del PP de Madrid, Ángel Carromero, es uno de los centros de interrogatorios más temidos por la disidencia cubana. En sus dependencias mandan los funcionarios de la Seguridad del Estado, expertos en interrogatorios con tortura psicológica de los acusados de actividades contra la estabilidad del régimen.Ángel Carromero está siendo instruido por el delito de homicidio en accidente de circulación, tras los sucesos del pasado 22 de julio que se saldaron con la muerte del dirigente de la oposición Oswaldo Payá, y el también disidente cubano Harold Cepero.Para uno de los opositores más célebres de Cuba, Ángel Moya Acosta —excarcelado en febrero del año pasado y residente en La Habana, tras su negativa a partir al exilio en España— el «modus operandi» de la detención de Ángel Carromero guarda muchas similitudes con el habitual de la Policía política hacia los disidentes.En «100 y Aldabó», relata Moya Acosta, las celdas —denominadas en el argot «tapiadas»—, de apenas un metro de ancho por dos de profundidad, «están diseñadas sin ninguna salida de luz para que el prisionero no distinga el día de la noche». Cada cinco minutos «el carcelero abre la mirilla de la celda para impedir que el preso descanse y provocarle tortura psicológica».«Poli bueno, poli malo»
Los interrogatorios que llevan a cabo los inspectores de la Seguridad del Estado se producen «a cualquier hora del día», en dependencias especiales iluminadas con luz artificial. «El instructor suele comenzar siempre con un tono amable: ‘Sabes que por el delito que has cometido te corresponden tantos años, y tienes mujer e hijos’», narra el ex preso cubano. «Su objetivo es terminar arrancando una confesión de actividades contra el gobierno, que están castigadas en el código penal con sanciones mayores». La intención del interrogatorio es «terminar rompiendo la voluntad del interrogado y conseguir su compromiso de colaboración completa».La retención de Ángel Carromero y el montaje del vídeo autoacusador mostrado a la Prensa internacional, después de varios días de «apagón informativo», trae a Ángel Moya Acosta recuerdos de muchos casos similires, en la larga tradición de la dictadura.El más sonado se produjo en 1989. Fue el «caso Ochoa». Cuatro altos cargos de la Policía y del Ejército confesaron públicamente su implicación en el tráfico de drogas. Días después de la autoinculpación fueron fusilados. La sospecha de que Fidel Castro debía conocer algo se disipó con el tiempo. La técnica de la confesión grabada es un tic estalinista que el régimen cubano guarda con nostalgia.Sin «habeas corpus»
Otra práctica habitual es «el desprecio hacia los familiares». En el «caso Carromero», recuerda Moya Acosta, a la familia de la víctima más conocida, Oswaldo Payá, «se le niega una y otra vez la posibilidad de hablar con los dos testigos principales, el español Carromero y el sueco Modig». El objetivo de esta táctica de la Policía cubana es ejercer más presión psicológica sobre el detenido y evitar que entre éste y los familiares pueda circular información.Los abusos se producen también en el procedimiento judicial ,por la falta de garantías jurídicas en un país sin separación de poderes.La lectura de cargos se produce sin asistencia de abogado. Este puede actuar en la defensa del acusado durante el juicio, pero la ley estipula que el letrado debe ser de nacionalidad cubana.«En los procesos de 2003 contra la disidencia —recuerda Moya Acosta— la táctica del fiscal consistió en demorar el proceso de instrucción de los acusados, para evitar que el abogado tuviera acceso al dossier hasta momentos antes del juicio».¿A qué apunta todo el proceso contra el joven político del PP? «No me cabe duda de que el régimen quiere politizar el caso para obtener algún beneficio político por parte del Gobierno español», afirma el ex preso cubano. «En la rueda de Prensa de Aron Modig, el joven sueco dedicó el noventa por ciento del tiempo a hablar de las actividades políticas ‘ilegales’ que tanto él como Carromero llevaban a cabo en la isla, y hubo muy pocas referencias al accidente de coche en sí mismo». «No es la primera vez que las autoridades cubanas recurren a la detención de extranjeros —concluye Moya— para obtener algún rédito político a cambio de su liberación».Demasiados accidentes
En todo el embrollo diplomático que empieza a desplegarse la primera víctima puede ser la verdad de lo ocurrido en el accidente de coche del 22 de julio. «Al menos hasta que Ángel Carromero no sea liberado y pueda hablar fuera de Cuba libremente».Para el dirigente de los Derechos Humanos de Cuba, y esposo de la nueva portavoz de las Damas de Blanco, Berta Soler, «no cabe duda de que Oswaldo Payá fue víctima de un asesinato político». «La líder de las Damas de Blanco, Laura Pollán, que murió hace poco víctima de una extraña enfermedad, había sufrido antes una embestida de otro coche que se dio a la fuga; el propio Oswaldo Payá era seguido por la seguridad del Estado y había sufrido otros golpes en su automóvil», argumenta Ángel Moya Acosta. «¿Por qué hay tantas incoherencias en la versión que está dando la televisión cubana? ¿Por qué quieren evitar a toda costa que se investiguen los hechos y que hablen con libertad los protagonistas?».