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jueves, 23 de agosto de 2012

Un mexicano bucea en aguas residuales para proteger el drenaje de la capital


El mexicano Julio César Cu Cámara hizo de su afición un trabajo extremo al convertirse desde hace 29 años en buzo de aguas residuales para mantener en funcionamiento el kilométrico sistema de drenaje de la capital mexicana.

"Buzos que se metan en aguas negras, nada más soy yo en el mundo", afirma Cu Cámara, jefe de buzos del sistema de drenaje del Distrito Federal, en una entrevista con Efe durante la cual hizo una demostración.

Su mundo laboral son las alcantarillas y los llamados colectores de aguas negras de una red de cientos y cientos de kilómetros que cuenta con un sistema de compuertas que permite darle mantenimiento.

"Nuestro trabajo es el mantenimiento y rescate de piezas de motores que se desprenden; a veces la propela (hélice) de las bombas se atora y sacarlas implica un trabajo de 15 días que el buzo puede hacer en uno o dos", explica.

Una media de cuatro inmersiones al mes durante 29 años de servicio supone unas 1.390 misiones que convierten a Julio César, de 52 años, en un firme aspirante a un récord Guinness por desplazarse en las pantanosas aguas con excrementos y desechos químicos y sólidos.

Apenas dejó la infancia, Cu Cámara comenzó a bucear y después de varios cursos abrazó con pasión esta profesión, que lo ha llevado a conocer las profundidades de su ciudad, pero también el Mar Caribe y las aguas del Golfo de México.

Julio César es el único buzo de un equipo que con el tiempo fue disminuyendo y, después de 29 años de servicio, entrena dos chicos a los que piensa dejar como herencia el traje especial y una zona de trabajo que define como única en el mundo.

"Son aguas totalmente negras, desechos de millones de gentes, de fábricas que tiran su agua contaminada", señala este trabajador.

"Estas aguas traen de todo: desechos químicos, humanos, animales", lo que además dificulta la visibilidad, cuenta.

La vista queda prácticamente inutilizada bajo la superficie y por ello es necesario "tomar un curso para trabajar a ciegas", porque ni la luz más potente ayuda entre las aguas negras.

El trabajo se hace "a tientas", lo que implica meter las manos y correr el riesgo de cortarse, comenta Cu Cámara, quien no lleva a casa su trabajo.

Su esposa y sus dos hijos saben lo que hace, pero nunca lo han visto trabajar, pues prefiere no llevarlos por el "mal olor" que se percibe en el lugar de la inmersión.

Julio César explica que como se sumerge en la red del alcantarillado con un traje "herméticamente cerrado", no percibe el olor y, por tanto, no le afecta.

Pero el drenaje tiene sus sorpresas y aunque dice no tener su propio museo de los horrores descubiertos, sí admite hallazgos como cadáveres de personas y animales.

"Abajo hay más muerte que vida, hay animales muertos; nos hemos llegado a encontrar caballos, marranos (cerdos). No sabemos de dónde vienen", relata el buzo, quien también recuerda haber hallado armas en el drenaje profundo.

La Ciudad de México cuenta con un sistema de drenaje de gran magnitud y complejidad, que capta las aguas residuales domésticas e industriales, además de las lluvias.

Su estructura comprende 10.240 kilómetros de tubería de redes secundarias y 2.087 kilómetros de redes primarias y 144 kilómetros de colectores marginales, que permiten desahogar las aguas residuales y pluviales de la Cuenca del Valle de México.


EFE