Uruguay es, por razones históricas y legales, el único legítimo soberano de las islas Malvinas , al menos según un libro publicado en el pequeño país sudamericano que pretende "desnudar las fantasías" que imperan sobre este enconado conflicto.
"Las Malvinas. ¿Son uruguayas?", es el estudio en el que Juan Ackermann y Alfredo Villegas concluyen lo que hoy día puede parecer un absurdo: que las Malvinas deberían gobernarse desde Montevideo, como en la Corona española y como fue reconocido en diversos momentos por Gran Bretaña, España e incluso el Senado argentino.
La obra ha sido presentada con gran éxito durante el presente verano austral en el balneario uruguayo de Punta del Este, habitual destino turístico de los argentinos.
El libro "no está hecho para levantar polémica, está hecho para contar la verdad y para permitir una solución muy sana al problema, que es la de sacar los eslóganes por ambas partes", explicó en una entrevista Ackermann entre las ruinas del antiguo Apostadero Naval de la Real Armada española en Montevideo.
Desde ese desolado lugar fueron gobernadas entre 1777 y 1814, con total independencia del virreinato del Río de la Plata, las costas patagónicas, la Tierra del Fuego, el Estrecho de Magallanes y el archipiélago de las Malvinas, jurisdicción que Uruguay heredó formalmente de España y que le fue usurpada por británicos y argentinos durante todos estos años.
La tesis no debe ir tan desencaminada si el propio presidente de Uruguay, José Mujica, se atrevió a bromear sobre el tema el año pasado al participar en la fiesta del 25 de mayo en la Embajada argentina en Montevideo, en el aniversario de la revolución que condujo a la independencia del vecino país.
"En el reclamo de islas Malvinas no somos desinteresados, después discutiremos si son argentinas o son uruguayas. Al fin y al cabo, en tiempos de la colonia, las Malvinas se atendían desde el puerto de Montevideo. Vaya contradicción", manifestó ante las risas del auditorio.
Ackermann alega que existen numerosos documentos que prueban el reconocimiento británico de la soberanía española sobre las Malvinas y que, por lo tanto, cuando éstos ocuparon por la fuerza las islas en 1833 vulneraron a sabiendas al soberano legítimo de las mismas, lo que convierte en ilegal su presencia allí.
También hay textos que prueban que cuando se disolvió el imperio español, éste nunca cedió a Argentina la soberanía sobre las Malvinas, algo que sí hizo en 1841 cuando firmó un convenio con Uruguay en el que se reconocían como uruguayos todos los territorios dominados por el Apostadero de Montevideo.
Así pus, Argentina ocupó también de forma ilegítima las islas entre 1820 y 1833,aprovechando el caos que reinaba en aquella época en lo que entonces era la Banda Oriental, ahora Uruguay.
Entre otras paradojas históricas, Ackermann apuntó que en 1858 España y Argentina llegaron a un acuerdo que reconocía a Buenos Aires la posesión de territorios del virreinato "sin que se modificara en absoluto lo referente a las posesiones uruguayas".
Sin embargo, para este arquitecto y entusiasta aficionado a la investigación histórica lo más llamativo surgió en la década de los 70 del siglo pasado, cuando el Senado argentino aprobó una resolución de apoyo a las reclamaciones uruguayas sobre la Antártida.
Y lo hizo basándose en el acuerdo uruguayo-español que cedía a los primeros las Malvinas.
"De algún modo el Senado argentino reconoció esa soberanía uruguaya. Debe ser que no leyeron el Tratado, o que estaba en la letra chica, no sé qué pasó", indicó Ackermann, uruguayo como Villegas, aunque este último es de origen argentino.
La ausencia de un reclamo formal uruguayo por la situación en las islas es para el investigador lógica desde la perspectiva histórica, ya que desde 1814 hasta 1830, lo que hoy es Uruguay fue ocupado por argentinos y brasileños en varias ocasiones.
"Y cuando en 1830 se declara la independencia, los acuerdos establecidos entre Argentina, Brasil y el Reino Unido impedían la creación de un Ejército y una Marina, lo que hacía imposible mantener las Malvinas", añadió.
La revelación, en opinión de Ackermann, debería servir para que las partes en conflicto por las Malvinas rebajen sus "decibelios" y apuesten por una solución racional, no basada "en las actitudes futboleras" que imperan ahora.
"Así no se llega a ninguna parte. Jamás se van a poner de acuerdo así, además de que ninguno lleva la razón", se lamentó.
EFE