afp-El presidente Nicolás Maduro emprende este sábado el primer gobierno de la era post-Chávez, con una oposición que insiste en desconocer su victoria y está ahora volcada en la auditoría de la elección. A través de Twitter, anunció que en horas de la tarde concretará los cambios en el tren ministerial, luego que los últimos ministros de Hugo Chávez colocarán sus renuncias para facilitar cambios en el gobierno.
Maduro fue investido presidente el viernes arropado por sus seguidores y, con el ruido de fondo de las cacerolas que hicieron sonar los opositores desde sus casas, empezará a delinear el "gobierno de calle" que caracterizará su gestión.
"Yo me voy con mi autobús y todos los ministros a recorrer todo el país, a recortar la cabeza de todo el que haya que recortar", dijo en su discurso de aceptación el exconductor de autobús y exsindicalista de 50 años que llegó a ser canciller y vicepresidente.
Sugiriendo un gobierno basado en la micro gestión "para que la salud, la educación, la economía, funcionen en lo local, en el Estado, el municipio", el mandatario dijo que será "el primer presidente chavista" y el "primer presidente obrero" de Venezuela.
En tanto, el centro de campaña del equipo opositor ofrecerá una rueda de prensa y dará detalles del proceso de auditoría de los votos que dieron ganador a Maduro el domingo pasado, una revisión a la que accedió el Consejo Nacional Electoral (CNE) un día antes de la investidura del nuevo presidente.
Luego de que los resultados arrojaran una escasa diferencia de 1,8 puntos porcentuales entre Maduro y el candidato de la oposición, Henrique Capriles, se desató en Venezuela una semana de alta tensión política -con un saldo de ocho muertos, según cifras del gobierno-, en la que ambas partes se acusan de promover la violencia y de abrazar el fascismo.
Capriles, gobernador del estado de Miranda (norte) de 40 años, denunció 3.200 "incidencias" durante el proceso electoral, exigió un recuento del 100% de los votos y llamó a sus seguidores a protestar con cacerolas y, durante la investidura de Maduro, a ritmo de salsa.
El CNE, que por ley verificó el 54% de las urnas el día de la elección, anunció el jueves que realizará una auditoría sobre el 46% restante, pero en base a una muestra. La decisión fue bienvenida por Capriles, si bien no implica el recuento total "voto a voto" como reclamaba.
"Aún partiendo desde la base de que haya habido fraude", dijo a la AFP el historiador y politólogo Agustín Blanco Muñoz, "aquí no hay un estado de derecho porque no existe la separación de poderes (...) y esta vía no implica en lo absoluto que vaya a haber una modificación de lo ya establecido".
Dadas estas circunstancias adversas, prosiguió el especialista, "habría que deducir o especular que (los opositores) tienen un plan B que todavía no podemos evaluar".
Junto a un enorme retrato del fallecido presidente Hugo Chávez, su "hijo y apóstol" Nicolás Maduro abrió la puerta del diálogo a la oposición.
"Los llamo a conversar en los distintos escenarios que se pueda conversar. Yo estoy dispuesto a conversar hasta con el diablo", dijo, aludiendo a Capriles, en el acto al que asistieron una veintena de gobernantes extranjeros, entre ellos Dilma Rousseff (Brasil), Cristina Kirchner (Argentina), Raúl Castro (Cuba) y Mahmud Ahmadinejad (Irán).
Durante el evento, Capriles demandó desde su cuenta en Twitter a los presidentes latinoamericanos que paguen el dinero que "deben al pueblo venezolano".
"Los que están de visita en Venezuela y le deben al pueblo venezolano, les pedimos que paguen. Esos recursos son del pueblo", escribió. "Financiamos la campaña de la señora Cristina (...) ¿Será que la presidenta de Argentina trajo el cheque de la deuda de millones de dólares que tiene con el pueblo venezolano?"
Maduro tomó posesión tras recibir en Lima el apoyo de la cumbre de Unasur. Toda Latinoamérica avaló su victoria, menos Paraguay, excluido de la Unasur y del Mercosur a raíz de la destitución de Fernando Lugo de la presidencia en junio pasado. Washington tampoco lo hizo, pero dejó una puerta abierta.
Autoproclamado "hijo" del hombre fuerte que gobernó Venezuela durante 14 años, Maduro afronta el reto de llenar el vacío que dejó el líder, cuya revolución socialista partió políticamente en dos al país.
Sin el carisma de Chávez y ante una oposición fortalecida, Maduro tiene como tarea urgente enderezar la economía, dependiente de la renta petrolera y las importaciones, afectada por la inflación, la escasez y la falta de divisas; y combatir la inseguridad en el país sudamericano con récord de homicidios -54 por cada 100.000 habitantes, según cifras del gobierno-.
Para los analistas, también enfrentará el reto de asegurar la lealtad de las Fuerzas Armadas, donde existen divisiones políticas e ideológicas.