Los presidentes reunidos ayer en el Club de Golf de Cali (Colombia) no llevaban corbata. El protocolo de la VII Cumbre de la Alianza del Pacíficoquería reflejar el espíritu de una iniciativa que se presenta como “pragmática” y “dinámica”, alejada de los prejuicios ideológicos y la burocracia anquilosada. En palabras de su anfitrión, el colombiano Juan Manuel Santos, se trata del proceso de integración regional más importante de América Latina y “nuevo motor” de su desarrollo y crecimiento económico.
En menos de tres años de vida, el mecanismo de integración comercial creado por Perú, Chile, Colombia y México se ha consolidado. La prueba de su pujanza está en los asistentes a Cali: además de los presidentes de los cuatro socios --Santos (Colombia), Sebastián Piñera (Chile), Ollanta Humala (Perú) y Enrique Peña Nieto (México)--, los de dos candidatos a entrar en el club –Laura Chinchilla (Costa Rica) y Otto Pérez Molina (Guatemala)—y los primeros ministros de dos países observadores –el español Mariano Rajoy y el canadiense Stephen Harper--, además de delegaciones de Australia, Nueva Zelanda, Japón y Uruguay.
Santos, que asume la presidencia rotativa de la alianza de manos del chileno Piñera, subrayó que esta se basa en un conjunto de valores y creencias compartidos: la vigencia del Estado de Derecho y la separación de poderes, la bondad del libre comercio, el respeto a la propiedad privada, el fomento de la inversión extranjera o la competencia. “Pero ninguno de estos principios tiene valor si no se traducen en bienestar, empleo y calidad de vida para nuestros ciudadanos”, advirtió Santos.El acuerdo marco de la Alianza del Pacífico –suscrito en junio del año pasado en Cerro Paranal (Chile)— prevé la eliminación del 90% de los aranceles entre los miembros, así como la progresiva supresión de visados para crear una zona de libre circulación de mercancías, servicios, personas y capitales en una región de 200 millones de personas que supone más de un tercio del PIB de América Latina y más del 50% de su comercio.
Sus promotores aseguran que están abiertos a todos y no van “contra nadie”; pero es evidente su contraposición con otros procesos de integración regionales; y no solo el eje bolivariano. La ruptura del Pacto Andino –dos de cuyos miembros, Colombia y Perú, han suscrito acuerdos de asociación unilaterales con la UE—y la entrada de Venezuela en Mercosur –que acentúa las tendencias proteccionistas de dicho bloque—han dejado el campo libre a la alianza; que nace con la vocación de servir de puente con los mercados de Asia-Pacífico, los de mayor crecimiento en el nuevo siglo. Frente a las expropiaciones de empresas españolas en Argentina o Bolivia, los socios se presentan como los campeones de la seguridad jurídica y los que más inversión extranjera atraen.
No es casual que, en paralelo a la cumbre, se desarrollara un encuentro con 400 empresarios de 14 países; entre ellos, directivos de las primeras 50 empresas de América Latina y de firmas españolas como ACS Servicios y Comunicaciones y Energía; Gas Natural Fenosa y Mutua Madrileña. Ante ellos, Rajoy recordó que la inversión española en los países de la alianza supera los 45.000 millones de euros, mientras que la inversa suma 20.000, pero aún hay un “enorme potencial” para crecer, por lo que invitó a las llamadas multilatinas a utilizar España como cabeza de playa para su desembarco en Europa. Sin aludir a quienes incluso dentro de su propio partido critican su política económica, como el ex presidente Aznar, admitió que las medidas adoptadas por el Gobierno están resultando “muy costosas, especialmente en términos de empleo, pero este proceso duro, complicado, que no es agradable, está sentando las bases para un crecimiento muy sólido”, por lo que seguirá la misma línea. Y hoy mismo, anunció, el Consejo de Ministros aprobará la ley de Emprendedores, que supondrá “un apoyo muy claro para la internacionalización” de las empresas.
Aunque ponga el acento en la cooperación económica, la alianza ha dado ya algunos tímidos pasos en el terreno de la cooperación política, con su decisión de compartir embajadas (Ghana) y oficinas comerciales (Casablanca y Estambul) o la creación de un programa de becas para estudiantes. Aunque solo ha estado en Cali 24 horas, durante las que se ha reunido con Peña Nieto y Harper, Rajoy no ha querido perderse la ocasión de ser el único líder europeo invitado a la cumbre, mientras otros países de la UE (como Portugal o Francia) llaman ya a su puerta. La ausencia más significativa en la lista de quienes aspiran a ser observadores es la de Brasil que, según fuentes diplomáticas, “no parece cómodo en ningún foro donde no lleve la batuta”. Nadie pareció echar de menos a la primera potencia regional, que en 2012 creció un raquítico 1%, mientras los socios de la alianza lo hacían entre el 3,9 y el 6,3%.
EL PAIS