Para llegar a esta conclusión, la autora de la investigación Marina Deljanin, reclutó a varias personas que escucharon música durante 30 minutos diarios mientras realizaban un entrenamiento aeróbico supervisado.
Luego de tres semanas, se comprobó que la combinación de ambas "terapias" logró mejores resultados en el aumento del óxido nítrico y de otros vasodilatadores que disminuyen la resistencia vascular y mejoran la salud cardíaca.
Según la experta, este efecto de la música se explica porque las endorfinas que secretamos en el cerebro al disfrutar de una canción activan el óxido nítrico, que dilata los vasos aumentando el caudal de sangre.