La consola portátil Atari Lynx nació en octubre de 1989 con mucha mayor potencia tecnológica que su rival de Nintendo, Game Boy, lanzada seis meses antes; pero perdió estrepitosamente la guerra declarada el día de su lanzamiento. Hace 25 años la tecnología vivió un ejemplo de que la capacidad técnica no garantiza el éxito en el mercado de los videojuegos. El centro de la industria había pasado definitivamente de América a Japón.
Atari Lynx fue la primera portátil a color, con una potencia nunca vista, un híbrido entre 8 y 16 bits capaz de hacer novedosos efectos como zooms y pseudo 3D. Disponía de una paleta de 4096 colores, con sonido estéreo y botonera ambidiestra. Game Boy, de 8 bits, era monocolor.
A pesar de su capacidad, Lynx tenía problemas capitales que acabaron con ella: un elevado precio (180 dólares, casi el doble que Game Boy), poca autonomía de sus baterías, mayor tamaño y un escaso catálogo de cartuchos, apenas 70 hasta el final de su vida. En la crítica campaña de Navidad de 1989, Nintendo ya contaba con una veintena de videojuegos para su portátil frente a los apenas cinco de Lynx. La diferencia aumentó exponencialmente año a año por su incapacidad para sumar desarrolladores de juegos a su proyecto.
Atari, grande venida a menos
Aunque Lynx era la consola con mayor capacidad y Game Boy la inferior, su derrota no fue la de un Goliat contra David. En esta historia, en realidad, el gigante era Nintendo. La compañía japonesa arrasaba en todo el mundo con su consola de sobremesa NES, de 8 bits. Sus personajes, como Mario, era conocidos en todo el mundo. Contaba a su favor con el músculo económico, la fama de la marca, la capacidad para distribuir sus productos, la relación estable con los desarrolladores de juegos, y las ideas para crear los títulos que el público demandaría.
La estadounidense Atari había dominado el mundo de las consolas desde su inicio hasta 1983, el año de la crisis de los videojuegos,protagonizado principalmente por ella. Desde entonces trataba de remontar sin éxito. De hecho, sigue intentándolo. A mediados de los años 80 no terminó de completar sus intentos de llevar a las portátiles sus éxitos clásicos; así que decidió comprar el proyecto que había creado la pequeña compañía Epyx, incapaz de producir y comercalizar su invento. Atari se limitó a poner al aparato un nombre, Lynx (lince en español), y esperar hasta contar con buenos juegos para su lanzamiento.
El discreto primer año de ventas obligó a Atari a solventar errores.Lynx II nació dos años después con un precio más barato, un tamaño menor y mayor duración de las baterías. El terreno perdido era ya insuperable, más aún tras el lanzamiento de la japonesa Sega Game Gear ese mismo 1991, con similares características como la potencia, el color, el alto consumo de pilas y el precio; pero con la fortaleza de los juegos de la pujante Sega y Sonic, su carismática mascota recién nacida.
El resultado de la batalla fue contundente en una guerra que iba perdiendo la compañía americana. Game Boy vendió 120 millones de máquinas, Game Gear salió también vapuleada con 11 millones, y las dos Lynx apenas alcanzaron los cinco millones. Atari no tiró la toalla, todavía le quedaba un último fracaso, su consola de 64 bits, Jaguar(1993), la definitiva antes de dedicarse exclusivamente al software para revivir una y otra vez sus juegos clásicos junto a nuevos proyectos que no evitan bancarrota tras bancarrota.ABC