(Brasilia, 04 de octubre. Reuters).- Cuando más de un millón de brasileños salieron a las calles a protestar contra el Gobierno el año pasado, muchos pensaron que era una señal de que el Partido de los Trabajadores (PT) perdería la próxima elección tras doce años en el poder.
Incluso hace tres semanas, la candidata de oposición Marina Silva subía en las encuestas, explotando el ambiente anti-sistema que había en las calles de las principales ciudades del país y prometiendo ir más allá de la política de siempre.
Pero la presidenta Dilma Rousseff recuperó el liderazgo antes de la primera ronda de los comicios presidenciales, que se realizará el domingo.
La mandataria se mantiene como la clara favorita, pese a que no obtendría el 50 por ciento de las preferencias que necesita para tener una victoria rotunda el domingo y podría tener una disputa ajustada en la segunda vuelta, el 26 de octubre.
Rousseff se promociona como la candidata con mayores recursos para lograr cambios y le recuerda a los brasileños más pobres los logros de la última década en la lucha contra la pobreza.
Además, la candidata del PT se está beneficiando del flujo implacable de avisos en radio y televisión en los que se pone en duda la capacidad de liderazgo de Silva.
La ecologista, candidata del Partido Socialista Brasileño (PSB), creció en la pobreza en el Amazonas y fue por mucho tiempo una de las figuras más relevantes del PT.
Pero para esta campaña, Silva ha adoptado políticas más pro mercado y la gente de Rousseff la está pintando como la representante de una elite financiera codiciosa, determinada a deshacer los populares programas de bienestar.
Los avisos que atacan a Silva, junto con los propios errores de la ambientalista durante su campaña, han llevado a un giro de 180 grados en la que se perfila como la carrera presidencial más dramática en Brasil desde que el predecesor y mentor político de Rousseff, Luiz Inacio Lula da Silva, fuera elegido como el primer presidente que venía de la clase trabajadora, en 2002.
Y ahora, en vez de navegar en calma hacia la segunda vuelta contra Rousseff, Silva se ve complicada con el avance de último minuto del candidato que iba en tercer lugar, Aécio Neves, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).
Neves, senador de centro y ex gobernador del estado de Minas Gerais, se promocionaba con una agenda pro negocios.
Los últimos sondeos muestran que Rousseff aumentó su ventaja, con un apoyo de un 40 por ciento, y que Neves y Silva están empatados en la batalla por forzar una segunda vuelta.
“Es difícil decir quién ganará. Nuestros clientes dicen que el Gobierno debería irse, pero yo les daré mi voto. Tengo trabajo”, dijo Antonio Feijão, empleado en una cafetería en Brasilia.
Bajo el Gobierno de Rousseff, la floreciente economía de Brasil se frenó hasta casi paralizarse, mientras se esfumaba la bonanza de las materias primas y el Gobierno intervenía cada vez más en las industrias de las finanzas y de la electricidad, lo que contribuyó a una dura caída en la confianza empresarial.
Tanto Silva como Neves prometen reformas que los economistas consideran necesarias para volver a poner en pie a la economía, como una reforma al enrevesado sistema tributario, y otras medidas para bajar el costo de hacer negocios en el país sudamericano.
En tanto, Rousseff promocionaba agresivamente los avances en materia social a los que han accedido las personas más pobres de Brasil bajo los doce años de Gobierno del PT, período en el que además el desempleo bajó a cerca de mínimos históricos, aun con los problemas de la economía.
La mayoría de los inversores quería un cambio en el Gobierno, por lo que la recuperación de Rousseff en las encuestas provocó caídas en los mercados financieros: el real llegó a debilitarse cerca de un mínimo de seis años, y se elevó los rendimientos de los bonos brasileños.
El principal índice de acciones brasileñas, el Bovespa se derrumbó un 11,7 por ciento en septiembre, la principal baja de la bolsa desde mayo del 2012.
“Esta es una elección que importa. Algunas veces las elecciones no trazan la dirección de los precios de los activos o de las calificaciones (de crédito de un país), pero esta elección hizo eso muy directamente”, dijo Eric Fine, gerente de cartera del Unconstrained Emerging Markets Bond Fund, de Van Eck Global.