(Argentina, 30 de enero. AFP).- La muerte del fiscal Alberto Nisman en Argentina sacudió el último mandato de Cristina Kirchner en la recta final, y su gestión del caso será crucial para medir el impacto político de esta historia sombría, con servicios secretos como telón de fondo.
Cuando el pasado 19 de enero se conoció la muerte de Nisman, todas las sospechas recayeron en Kirchner y su gobierno, denunciados cinco días antes por el fiscal por confabular para encubrir a imputados iraníes en la causa por el atentado antisemita de 1994 contra la mutual AMIA, que dejó 85 muertos y 300 heridos en Buenos Aires.
Según un sondeo del instituto IPSOS, dos tercios de los encuestados consideran que Nisman, encargado desde 2004 de la fiscalía especial para la causa AMIA, fue asesinado.
Y quienes creen en el suicidio -como indicaron las primeras pericias-, piensan que lo hizo bajo amenaza.
La versión del suicidio “impuesta desde los primeros instantes por el secretario de Seguridad (Sergio Berni) fue ratificada por la presidenta en una carta en Facebook”, dijo a la AFP el politólogo Rosendo Fraga.
“Sin embargo, abandonó esta tesis en forma abrupta” dos días después y esto “le va a generar un costo político, aunque todavía es difícil de medir”, advirtió.
Una deuda pendiente
A nueve meses de la elección presidencial del 25 de octubre, el caso Nisman tiene más potencial para perjudicar que fortalecer el gobierno, según el experto.
Confrontativa y mediática, Kirchner se aisló cuando los argentinos quedaron sacudidos por la muerte de Nisman. Luego publicó dos cartas en Facebook en las que ofreció sus propias hipótesis del caso.
Ocho días después de la muerte, apareció en cadena nacional, sentada en silla de ruedas por una fractura de tobillo, y anunció la disolución de la secretaría de inteligencia “como deuda pendiente” de la democracia.
Kirchner asegura que un sector de agentes del Servicio de Inteligencia (SI) precipitó la muerte de Nisman para dañar a su Gobierno por haber removido a su cúpula en diciembre, con su máximo jefe Antonio Stiuso a la cabeza, un hombre de 61 años con un enorme poder que logró mantenerse en esa cartera desde 1972.
Las críticas contra la secretaría de inteligencia datan desde hace varios años y provienen de todos los sectores.
Sin embargo, el anuncio de su disolución fue rechazado por los principales bloques de oposición que acusaron a Kirchner de intentar desviar el eje de la discusión.
“Se pasaron de la raya”
“Creo que va a haber un antes y un después de la muerte de Nisman, no sólo para la gestión de la presidenta, sino en muchos asuntos”, dijo Mariel Fornoni, directora de la consultora Management & Fit.
Con este caso “es como que la situación se pasó de la raya en términos generales“, agregó Fornoni.
Según un sondeo de su consultora, más del 80% de los argentinos piensa que la muerte del fiscal afectará la imagen de la Presidenta y otro 70% afirma que nunca se va a saber la verdad.
Sin duda este asunto develó una crisis de confianza de los argentinos en sus instituciones, además de hartazgo y preocupación.
El deceso del fiscal significó el último revés en la compleja causa AMIA, que lleva más de 20 años sin solucionarse.
En el intento de esclarecer ese atentado, la ciudadanía ha visto cómo han salido a la luz tramas dignas de un thriller policial: intrigas entre espías, sobornos a testigos, jueces que fabricaron juicios y hasta un expresidente (Carlos Menem) en el banquillo de los acusados.
Ahora, se suma el fiscal que muere de un disparo en la sien en el baño de su departamento, en un edificio rigurosamente vigilado en Buenos Aires, con una pistola calibre 22 prestada la víspera por un estrecho colaborador.
Las turbulencias del caso Nisman no cesan pero Fraga recuerda que faltan nueve meses para las presidenciales. “Eso es mucho tiempo”, y “la foto de hoy puede no ser la película de mañana“.