(México, 12 de julio – AFP).- La seguridad de la cárcel del Altiplano, construida con la meta de ser una fortaleza impenetrable para recluir a los narcotraficantes y criminales más peligrosos de México, fue quebrada por primera vez por su reo más famoso, el capo Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Esta fue la segunda fuga de prisión del líder del cártel de Sinaloa, considerado el narco más poderoso del mundo cuando fue capturado en febrero de 2014.
En 2001, ya había logrado escapar aparentemente escondido en un carrito con ropa sucia de una prisión de Jalisco (oeste).
El Altiplano, ubicado en el céntrico estado de México, a 90 km de la capital mexicana, es el penal más importante del país y fue construido durante la presidencia de Carlos Salinas (1988-1994).
La cárcel tiene ocho dormitorios, comedores, aulas e instalaciones deportivas y también incluyeáreas para visitas íntimas, familiares y de abogados, así como salas de juicio.
El sábado, un agente de la policía federal dijo a la AFP que “tres muros de concreto”conforman el perímetro de seguridad del centro, que está supervisado desde cuatro torres de vigilancia.
Desde la fuga de Guzmán, 30 trabajadores de alto y bajo rango de la cárcel son interrogados por la fiscalía general para averiguar si fueron cómplices en la fuga del poderoso capo.
En el penal, Guzmán compartía espacio con el líder del cártel de Los Zetas, Miguel Ángel Treviño y su hermano Omar Treviño y con uno de sus nuevos huéspedes, Servando Gómez “La Tuta”, líder del pseudoreligioso cártel de Los Caballeros Templarios.
También están internados el líder del cártel de los hermanos Beltrán Leyva, Héctor, capturado el año pasado, y el capo nacido en Estados Unidos, Edgar “La Barbie” Valdez.