El Ministro de Relaciones exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, afirmó que las medidas adoptadas por el gobierno de Estados Unidos tras la reanudación de las relaciones diplomáticas entre La Habana y Washington, aunque positivas, solo modifican de forma muy limitada algunos elementos de la aplicación del bloqueo.
Al presentar ante el pleno de la Asamblea General la resolución que solicita el fin de esa medida punitiva unilateral, Rodríguez sostuvo que muchas de ellas no podrán implementarse al menos que se adopten otras que finalmente permitan a la isla exportar e importar productos y servicios hacia o desde Estados Unido o utilizar el dólar estadounidense en sus transacciones financieras internacionales.
"El problema no es que el ordenamiento cubano dificulte la aplicación de estas medidas y tenga que ser modificado para facilitarlo, como algunos funcionarios estadounidenses han declarado. El problema es la existencia implacable y sistémica del bloqueo. No debemos confundir la realidad con los deseos ni con las expresiones de buena voluntad. En asuntos como estos, solo puede juzgarse a partir de los hechos."
El canciller cubano subrayó que los hechos demuestran, con toda claridad, que el bloqueo está en plena y completa aplicación y que hace apenas una semana, se aplicó una multa de 1.116 millones de dólares al banco francés Credit Agricole por realizar transacciones con Cuba y otros Estados.
Rodríguez Parrilla ofreció otros ejemplos recientes de imposibilidad de su país de adquisición de medicamentos imprescindibles por negativa de sus proveedores estadounidenses.
El canciller afirmó que si bien corresponde al Congreso de los Estados Unidos la decisión de ponerle fin a la medida unilateral, subrayó que el Presidente estadounidense tiene amplias prerrogativas ejecutivas para modificar sustancialmente su aplicación práctica y su impacto humanitario y económico.
Asimismo, expresó sus esperanzas de que el Congreso de los Estados Unidos avance hacia el cambio de una política ineficaz, a la que describió como "anclada en el pasado, cruel e injusta", y que adopte decisiones basadas en los valores y sentimientos de los ciudadanos estadounidenses.