Europa no dejará "desaparecer" el euro, aseguró este martes el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, al referirse a la crisis de deuda soberana que atraviesan algunos países de la eurozona, en particular Grecia, Irlanda y Portugal.
"No dejaremos desaparecer el euro", aseguró Van Rompuy en la inauguración de las celebraciones del 50 aniversario de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en París.
Van Rompuy aseguró, no obstante, que la crisis de la deuda todavía "no ha terminado", en particular en Grecia, y que amenaza con contagiar a otros países como España o Italia, que luchan por distanciarse de los tres más afectados y que han recibido millonarios préstamos de la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para evitar la bancarrota.
Para el presidente del Consejo Europeo, el gobierno de la UE, uno de los problemas es que "no estamos dando suficiente tiempo para ajustarse" a estos países, en particular a Grecia que ha puesto en marcha un draconiano programa de ajustes para reducir el déficit y que ha logrado reducir en "cinco puntos" en un año su deuda.
"Es una pena" se lamentó y puso el ejemplo de Bélgica que también tuvo una enorme deuda "del nivel de Grecia" en comparación con su producto interno bruto y con las políticas adecuadas lo pudo reducir paulatinamente sin verse acosada como ahora lo están siendo estos países con dificultades de la eurozona.
Los griegos "han hecho mucho y le queda mucho" por hacer, lo mismo que otros países como España, que han emprendido medidas muy "valientes" para reducir el déficit público.
Ante los temores que suscita la imposibilidad de Grecia a reducir su descomunal déficit, que rondará este año el 157% del PIB, Van Rompuy aseguró que un reescalonamiento de la deuda griega "no haría más que agravar la situación".
"Nuestra orientación es evitar una falla", dijo antes de asegurar que los fundamentos económicos en Europa "son mejores que en otros países avanzados".
El gobierno griego anunció el lunes un nuevo paquete de medidas para reducir el déficit al 7,7% del PIB en 2011, entre las que se encuentra la venta "inmediata" de participaciones del Estado en la empresa de telecomunicaciones más importante del país, OTE, en el banco postal y en los puertos de Atenas y Salónica, así como la empresa pública de aguas de Salónica.
Con la venta de activos públicos, el gobierno griego espera obtener 50.000 millones de euros para 2015.
No obstante, su futuro inmediato parece depender del desembolso en las próximas semanas, por la UE y el FMI de otros 12.000 millones de euros del préstamo de 110.000 millones otorgado por estos dos acreedores en mayo del pasado año a Grecia.
Dicho desembolso dependerá de los resultados de la auditoría que funcionarios de ambas instituciones realizan actualmente para comprobar que el gobierno está haciendo los deberes.
El rechazo a entregar este dinero equivaldría "según toda probabilidad a la bancarrota" del país, advirtió el primer ministro griego, Giorgos Papandreou recientemente.
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