EL PAIS-El fútbol tiene estas cosas. El mejor partido en lo que va de torneo terminó sin goles. Brasil cuidó tanto las formas que se olvidó de lo más importante y cuando se quiso dar cuenta, se le hizo de noche. Mucho sabor, poca chicha. Venezuela, que jugó bien, arrancó un merecido empate, que les sabe a victoria y con razón. César Faria, el seleccionador de los vinotinto, puede estar muy orgulloso de su equipo. Menezes, en cambio, necesita algo más para terminar el cuadro, aunque más allá del resultado, el boceto promete.
El arranque brasileño en la Copa América no pudo ser más esperanzador, pero se desinfló pronto. Salió como un tiro y es cierto que le faltó un punto de suerte, cuando Pato remató al larguero en la primera parte. Pero sí sometió a la selección de Venezuela en el primer tiempo, demostrando que sin Messi también se puede jugar como el Barcelona. Claro que al final se deshizo como un terrón bañado en agua. Normal que Venezuela se llevara la ovación del estadio al final del partido. Se la ganó a pulso.
Le bastó a Brasil, de entrada, con Ganso, un futbolista que siempre que aparece es para hacer algo bueno, para dinamizar el juego, porque lleva el partido en la cabeza y tiene un toque sutil y elegante. A los pies del 10, la canarinha jugó bien y arrinconó a Venezuela. Los primeros 20 minutos del equipo de Menezes recordaron al mejor Brasil. Pero no tardó en quedar claro que le falta el instinto de un goleador puro. Pato, Robinho y Neymar son exquisitos y verticales, pero al menos ayer, parecieron preocuparse más de la forma que del fondo. Por algo terminó apareciendo Fred en el lugar de Robinho: sobraba juego y faltaba gol. Además, el del Milan fue, de largo, el peor de un partido divertido hasta que Brasil sintió la angustia del resultado y olvidó la idea que defendió de entrada. No le sienta bien a este equipo perder el sentido.
En cualquier caso, si el seleccionador brasileño no miente al decir que su objetivo no es ganar la Copa América sino prepararse para el Mundial que organiza su país en el 2014, tiene el trabajo muy adelantado. La canarinha juega de memoria y además a ratos de cine, con los laterales muy largos, un doble pivote que le da equilibro y libera a Ganso, con movilidad, trabajo, talento y la solidez de dos centrales veteranos. Pero, eso sí, con tanta candidez que la vinotinto, valiente y orgullosa, se le subió a las barbas. Deja la duda el partido de que ocurrirá con Brasil cuando se mida a un equipo que le busque como lo hizo Venezuela pero tenga algo más de calidad al frente. Por lo pronto, ayer se olvidó de lo más importante y no pasó del empate. Es Brasil un equipo en construcción después de la fría etapa de Dunga. El balón siempre lo tuvo en los pies. Ahora necesita mandarlo a la red.