El segundo rescate financiero de Grecia para evitar su bancarrota empieza a vislumbrarse. La convocatoria de una cumbre extraordinaria de los jefes de Estado y de Gobierno de la zona euro para el próximo 21 para tratar la situación griega es una buena señal porque que apunta a que ya existe un principio de acuerdo. La existencia de un consenso sobre la decisión a adoptar era la condición exigida por la canciller alemana, Ángela Merkel, para celebrar el encuentro. El presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, logró finalmente la luz verde de Berlín para convocar la reunión.
Van Rompuy comunicó a través de su cuenta en Twitter que había "decidido convocar una reunión de los jefes de Estado y de Gobierno de la eurozona para el 21 de julio a las 12 horas en Bruselas". El objetivo era abordar "la estabilidad financiera de la zona euro en su conjunto y la financiación futura del programa de Grecia". El presidente del Consejo Europeo señala que ha pedido a los ministros de Finanzas que "hagan avanzar los trabajaos preparatorios".
Los resultados "preocupantes" de las pruebas de resistencia a la banca según Andrea Enria, presidente de la Autoridad Bancaria Europea, (ABE), conocidos ayer constituyeron un acicate más para despejar cuanto antes las dudas sobre la situación bancaria europea, que está en el fondo de la crisis de la deuda soberana que padece la UE desde hace 18 meses.
El presidente del Consejo Europeo había intentado que la cumbre se celebrara ayer, pero tropezó con la oposición de Berlín que exigió un acuerdo previo entre los países antes de la convocatoria. La convocatoria en sí misma hace suponer que los trabajos de los responsables del Tesoro sobre el segundo rescate deben estar muy avanzados.
Fuentes comunitarias indicaron ayer que "todo el mundo era consciente en la UE de que los responsables políticos no se podían ir de vacaciones sin dejar el asunto de Grecia resuelto". La cuestión de fondo es cómo encajar la petición de Alemania, Austria, Holanda y Finlandia. Estos países exigen que, en el segundo rescate de Grecia por una cuantía próxima al primero concedido en mayo de 2010 de 110.000 millones, incluya una contribución de los bancos privados, compañías de seguros y fondos de pensiones por un valor de unos 30.000 millones. El problema se suscitó sobre el cómo se establecía la contribución de los bancos. Las distintas fórmulas propuestas por Alemania y Francia implicaban la obligación de refinanciar la totalidad de los bonos durante siete años, según la propuesta de Berlín o un 70% de los mismos por 30 años, según la fórmula de París.
La primera opción fue rápidamente descartada por parte del Banco Central Europeo (BCE): La entidad advirtió de que no aceptaría un acuerdo que significara una suspensión de pagos, pues los acreedores no cobrarían sus bonos hasta siete años después de su vencimiento. La propuesta de París también quedó neutralizada tras la advertencia de la agencia Standard & Poor's que la calificó de default selectivo o suspensión de pagos parcial.
Tras tres semanas de negociaciones con el Instituto Internacional de Finanzas (IIF), que representa a los 400 mayores bancos del mundo, no se ha podido alcanzar un acuerdo. El BCE ha advertido de que una suspensión de pagos de un país de la zona euro, aunque fuera parcial o selectiva, podría desencadenar una situación peor que la quiebra de Lehman Brothers en 2008. El presidente de la entidad y los miembros de su consejo se han manifestado reiteradamente sin fisuras sobre el asunto en el último mes.
Grecia precisa unos 110.000 millones de financiación adicional para atender sus necesidades hasta 2014. Unos 25.000 millones podrían proceder del plan de privatizaciones, otros 30.000 millones de los bancos y el resto de nuevas ayudas de la UE y el FMI. El Gobierno de Atenas sólo tiene resultas sus necesidades financieras hasta después del verano. El sexto tramo de ayuda del primer rescate de la UE y del FMI está previsto para septiembre por una cuantía de 8.000 millones.
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