La salida de Del Rivero desactiva los planes para controlar Repsol
La destitución del presidente de Sacyr, Luis del Rivero, deja en papel mojado, al menos de momento, el pacto de sindicación de acciones del grupo constructor con la compañía estatal mexicana Pemex para intentar el asalto al puente de mando de la petrolera Repsol. Del Rivero, el impulsor de la operación, tenaz en el propósito de cambiar el statu quo en la petrolera española, ha salido de escena. Pemex, que elevó su participación en Repsol del 5% al 9,45% para sindicarla con el 20% de Sacyr, se ha quedado sin aliado. Y lo ha hecho justo cuando en México afloran las dudas sobre la oportunidad y las consecuencias de la operación pactada por Del Rivero con el director general de Pemex, Juan José Pérez Coppel.
Para Pemex, el escenario cambia radicalmente. Del Rivero ha salido de Sacyr empujado por una situación financiera insostenible y el grupo, con otra dirección, puede optar por largar lastre y vender parte de su participación en Repsol para aliviar su carga de deuda.
En apenas dos meses -el 21 de diciembre es la fecha límite-, el grupo constructor, muy presionado por parte de la banca acreedora, está obligado a refinanciar el crédito de 4.900 millones de euros con el que adquirió el paquete de Repsol. Y pese a la intención de Rivero de apurar la negociación, -intención expresada ayer en el consejo, según fuentes al tanto de la reunión- tal carga ha acabado por pesar en el ánimo, no solo de sus adversarios (Demetrio Carceller y Juan Abelló), sino también de su hasta ahora apoyo Manuel Manrique, el nuevo consejero delegado.
Frente al órdago por el que apostaba Del Rivero, de apurar la negociación con los bancos y fiar el alivio del grupo al asalto conjunto con Pemex, se abre ahora una nueva etapa. La primera señal: la entrevista prevista para hoy mismo entre el nuevo hombre fuerte de Sacyr, Manrique, y el presidente de la petrolera, Antonio Brufau. El encuentro tendrá lugar apenas cinco días antes de que Repsol celebre un nuevo consejo.
Tras el consejo de Sacyr de ayer queda claro que el grupo constructor ha decidido apuntalar los cimientos antes que enredarse en una guerra por el control de Repsol de desenlace incierto. La venta del 5% de su paquete en Repsol puede facilitar la negociación con la banca al disminuir el crédito en 1.330 millones de euros. Sacyr compró su paquete de Repsol por 6.525 millones de euros y ahora vale en Bolsa 5.227 millones, una diferencia entre el valor de compra y el valor en Bolsa de 1.298 millones. La diferencia es mayor si se compara el valor contabilizado por Sacyr de la participación en Repsol que asciende a 6.986,8 millones (tras anotar beneficios, dividendos etcétera a fecha 30 de junio) con el valor bursátil de 5.227 millones. Entonces, las minusvalías latentes alcanzan los 1.759 millones de euros.
Aunque la historia no está cerrada y hay quien apuesta por que la pugna registrada acabará por tener consecuencias en Repsol, lo cierto es que con Del Rivero acaba, o casi, una etapa intensa de seis años, caracterizada por la entrada de grupos constructores en el sector energético. Lo hizo en su día Acciona con Endesa (propiedad ahora del grupo italiano Enel) y lo hizo el grupo ACS de Florentino Pérez en Unión Fenosa (hoy Gas Natural Fenosa) primero y en Iberdrola después. Con la burbuja inmobiliaria ya en el recuerdo, la salida de Del Rivero supone el final de una forma de hacer negocios con un alto componente especulativo, basado en el crédito, el apalancamiento y en la convicción de que los precios, lo mismo del ladrillo que de la Bolsa, solo podían discurrir por la senda del crecimiento.
En los próximos días, sostienen las fuentes empresariales consultadas, habrá movimientos en torno a Sacyr y Repsol que aclararán la situación. Para empezar, Del Rivero continúa siendo vicepresidente de Repsol. Sólo dejará de serlo si renuncia al cargo o lo decide la junta general de accionistas.
EL PAIS