(EFE).- El descubrimiento de una supernova de tipo Ia en
una galaxia cercana a la Tierra pocas horas después de su explosión
permitirá a los científicos estudiar las características de esos sistemas poco
conocidos, publica hoy la revista “Nature”.
La supernova SN 2011fe fue observada en la galaxia Messier 101, el
pasado agosto por un equipo de científicos encabezado por Peter Nugent, del
laboratorio Lawrence Berkeley de EEUU.
Mario Hamuy, de la universidad de Chile, explica en un artículo paralelo que
ese hallazgo permitirá investigar las particularidades de las supernovas de
tipo Ia, explosiones estelares que constituyen “una herramienta
destacada en cosmología pero de las que se desconoce la
naturaleza”.
Existe consenso en que son una clase de estrellas en explosión
caracterizadas por la ausencia de hidrógeno (el elemento
químico más abundante en el Universo), que resultan de la violenta explosión de
una enana blanca, que es el remanente de una estrella que ha completado su ciclo
normal de vida.
Sin embargo a veces, si están acompañadas de otras estrellas, pueden atraer
la masa de estas e ir asimilándola y creciendo a su costa, al tiempo que se
comprimen.
Si llegan a una masa determinada, la temperatura aumenta hasta el punto de
posibilitar de nuevo la fusión del carbono y el oxígeno, lo que debido a la gran
presión interior, genera una explosión nuclear que da lugar a una
supernova de tipo Ia.
Los científicos han constatado que la progenitora de una supernova de
tipo Ia es una enana blanca, pero el hallazgo de la SN 2011fe
permitirá estudiar qué tipo de estrella es la acompañante de la enana blanca,
apunta Hamuy.
Las primeras observaciones de la nueva supernova permiten descartar que, al
menos en este caso, la acompañante de la enana blanca sea lo que se conoce como
una gigante roja, que es unas cien veces más luminosa que el
Sol.
Los científicos llegaron a esta conclusión porque, en caso contrario, se
hubiera percibido su rastro en las imágenes previas al descubrimiento de la
supernova.
Esto dejaría, según los modelos teóricos, otras dos opciones de progenitora
de la enana, que fuera una estrella subgigante, que son un poco más luminosas
que el Sol, u otra enana blanca, que es unas 10.000 veces menos luminosa que
este astro.
Aunque la calidad de las imágenes previas, obtenidas mediante telescopio, no
permiten descartar estas otras dos opciones, Hamuy señala que el poder descartar
en este caso la gigante roja “supone un gran avance en nuestra
comprensión de las estrellas progenitoras de las supernova de tipo
Ia“