Los niños que siendo bebés recibían sus comidas siguiendo un horario tienen menor coeficiente intelectual que aquellos que eran alimentados cuando tenían hambre, revela un estudio publicado en The Europeal Journal of Public Health.
El trabajo, realizado por investigadores del Instituto de Investigación Social y Económica (Reino Unido) utilizó los resultados de pruebas de coeficiente intelectual y de otros test de rendimiento escolar realizadas a más de diez mil niños de entre 5 y 14 años.
Los mejores rendimientos académicos eran obtenidos por niños que cuando eran bebés habían sido alimentados según lo pedían. Aunque se trata del primer estudio que analiza las consecuencias a largo plazo de estos dos tipos de alimentación en bebés, los autores recomiendan tomar los resultados con cautela.
"Las diferencias podrían deberse, no al hecho de haberse alimentado según una programación fija, sino al tipo de madre que intentó ajustarse a ella", explica María Iacovou, principal autora del estudio.
En general, las madres que siguieron un horario fijo eran más jóvenes y entre ellas había mayor porcentaje de solteras y de mujeres con bajo nivel de estudios que no leían a sus hijos cuando eran pequeños.
"Es evidente que estas características sociales aumentan las probabilidades de que un niño rinda peor en el colegio", concluye la investigadora.
EFE