Europa y la mejora de los mercados alejan de España el fantasma del rescate
El sentir de los mercados es voluble, caprichoso, pero su lenguaje resulta implacable. En apenas unas semanas, España ha salido de la peor zozobra y entrado en un estadio de calma. Se trata de una de esas calmas tensas de duración impredecible, pero la necesidad de un rescate del país se encuentra en su punto más lejano desde hace un año.
La mejora comenzó tras el verano, con las primeras advertencias del Banco Central Europeo (BCE) de que actuaría con contundencia para salvar la Eurozona, pero ha sido este arranque de 2013 el que ha dado un vuelco en la deuda española: el riesgo país ha caído a la mitad desde el máximo histórico que alcanzó en julio y los intereses que se le exigen a los bonos españoles han tocado el mínimo desde marzo. Unos buenos augurios económicos del BCE y el guiño de Bruselas respecto a la posibilidad de suavizar los plazos en los que el Ejecutivo español debe reducir su déficit público se han confabulado con los inversores internacionales en esta mejora.
España, con todo, continúa en el alambre: está en recesión, la tasa de paro ya supera el 25% y unas malas cifras de déficit en 2012 pueden cambiar el sentimiento de los mercados en un instante y volver a dejar al país al borde del precipicio. Pero, hoy por hoy, se ha decretado una tregua y el Gobierno se agarra a ella como a un clavo ardiendo para sortear el amargo trance del rescate, al margen del plan de auxilio a la banca ya recibido desde Europa. El interés que pagaba el bono español a 10 años el pasado julio llegó a superar el 7,5%, un nivel que hubiese resultado insostenible de prolongarse, y esta semana cayó por debajo del 5% por primera vez desde marzo. La prima de riesgo (el diferencial de interés de estos títulos respecto a los alemanes), tocó los 649 puntos básicos (0 6,49 puntos porcentuales) en el aquellos días aciagos, y esta semana llegó a bajar hasta los 324.
El Tesoro realizó su primera subasta de deuda pública del año con buena nota, con unos intereses más bajos que en las últimas colocaciones, y grandes empresas como Telefónica o Gas Natural emitieron deuda a largo plazo a un precio incluso más bajo que el que paga el Estado. “Ha habido mejoras y se ha abierto una ventanilla de liquidez, aunque la situación sigue siendo frágil”, advierte Xavier Vives, profesor del IESE y miembro del institución de investigación alemán CesiFo. El secretario general del Tesoro, Iñigo Fernández de Mesa, también señaló esta semana que “estamos ahora mejor que hace un año”, aunque llamó a la “prudencia”.
Hay un relato político para la euforia de esta semana: el presidente del BCE, Mario Draghi, ha dado carta de naturaleza a la mejora de los mercados financieros, ha asegurado que la fragmentación entre los países del norte y del sur de Europa se está reduciendo y ha vaticinado que la mejora calará en la llamada economía real (la productiva, la que crea empleo). Los contagios, dijo, serán esta vez en positivo. El precio del dinero y el comisario vicepresidente y comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, confirmó que Bruselas se plantea ampliar el plazo para que España para reducir su déficit. La meta era de un máximo del 6,3% del PIB en 2012, del 4,5% en 2013 y del 3% en 2014. El ministro de Economía, Luis de Guindos, insistió desde Berlín, tras reunirse con su homólogo alemán, Wolfgang Schäuble, en que “España no necesita ningún rescate, sino que se recupere la confianza en el futuro del euro”
Y fue precisamente la noticia de que podía haber rescate para España lo que ha calmado olas aguas y ha permitido alejar esa necesidad de auxilio. El punto de inflexión se produjo a finales de julio, cuando Draghi aseguró que haría cuanto fuera necesario para salvar el euro y que el BCE ayudaría con la compra de bonos a los países con problemas con la condición de que pidieran ese rescate (y sus consiguientes condiciones en materia de reformas y austeridad). El efecto placebo se mantiene desde entonces, pero la mejora se ha hecho llamativa sobre todo con el arranque de 2013.
Al mercado se le ha despertado un apetito voraz por los bonos de empresas de los países periféricos europeos, como España o Italia, que ofrecen un mayor interés que las compañías de países refugio como Alemania. Telefónica y Gas Natural dieron la campanada. La compañía de telecomunicaciones emitió el martes 1.000 millones en bonos a 10 años a un interés del 3,987%, lo que supone un coste de financiación más de un punto porcentual por debajo del que paga el Tesoro, el 5,29% en la última subasta de títulos con ese vencimiento. Además, los bonos que los inversores compran y venden en el mercado ya emitido, se intercambiaban aquel día más baratos, pero aún en el 5,04%.
También la gasista con sede en Barcelona pudo colocar bonos a 10 años por valor de 600 millones con un interés del 3,98%. Y previamente, el 3 de enero, también el BBVA recibió mejor trató que el Estado al pagar el 3,78% por colocar 1.500 millones de deuda a cinco años, cuando la primera subasta del Tesoro este año de bonos con ese plazo se saldó con un interés marginal del 4,033%.
La financiación de la gran empresa española se antoja barata al compararla con la pública, pero no ocurre lo mismo con sus rivales europeos: si el coste de emisión de Telefónica esta semana se sitúa 310 puntos básicos (o 3,1 puntos porcentuales) sobre el llamado midswap (la referencia europea) y el de Gas tocó los 230 puntos básicos, el que pagó la germana Deutsche Telekom el pasado octubre por bonos que vencían en 12 años quedaba en 82 puntos básicos sobre el midswap.
Porque la brecha, decía Draghi esta semana, empieza a estrecharse, pero la economía real aún no lo percibe.
EL PAIS