Un maestro del
paisaje, docente y cineasta pero sobre todo testimonio viviente del arte
venezolano del siglo XX y parte del actual, es la figura homenajeada en la XXII
edición de la Feria Iberoamericana de Arte, con una exposición de obras
selectas que muestran su etapa de abstracción lírica realizada en los años
sesenta, época en la que ganó el Premio Nacional de Pintura.
Pintor infatigable,
cineasta de nobles registros y profesor universitario, Hurtado se sitúa en la
tradición de los grandes paisajistas, desde Tovar y Tovar, Arturo Michelena,
Cristóbal Rojas, Armando Reverón, Pedro
Ángel González, Manuel Cabré, Carlos Hernández Guerra, Vázquez Brito, Pedro
Báez hasta Manuel Espinoza, o nuestros extranjeros: Lessmann, Bellermann,
Mutzner, Ferdinandov, y eso no es poca cosa. Su extensa obra forma parte del catálogo del arte venezolano, con un discurso
sólido y macerado como esas formas milenarias que en cada obra le descifran sus
profundos secretos.
El investigador y
artista Alberto Asprino ha realizado para la fia 2013 una selección asombrosa
por su viaje en el tiempo que sólo confirma y valida un discurso sostenido de
este artista galardonado con el Premio Nacional de Pintura, 1961; Premio
Antonio Edmundo Monsanto del Salón Arturo Michelena; Premio Armando Reverón en
el XXI Salón Oficial de Arte Venezolano, MBA, 1960. Premio especial del jurado
de la Bienal Cinematográfica de Venecia, 1964, y dos premios Golden Eagle, en
EEUU, por el
documental El mundo de un pintor primitivo y por su tercer cortometraje sobre Jesús Soto, artista este a quien acompañará hasta su muestra en el MOMA EN 2007.
documental El mundo de un pintor primitivo y por su tercer cortometraje sobre Jesús Soto, artista este a quien acompañará hasta su muestra en el MOMA EN 2007.
Señala Alberto Asprino, curador de esta muestra:
“Largo ha sido el camino, recorrido en solitario, donde el cineasta y el pintor
se fusionaron para fortalecer su necesidad creativa, manteniendo ese espíritu
expresivo que sigue documentando desde la pintura con absoluta libertad y
pasión, regodeándose en un paisaje emocional que redescubre aquellos parajes
larenses de su niñez; aquellos otros convertidos en representaciones abstractas
de trazos enérgicos, de paleta matérica, donde se albergó el espectro de la luz
y la sombra. Paisaje referido hoy a una geografía reveladora que nos remite a
otra visión de la naturaleza que desde el taller, se redimensiona para seguir
retratándose, documentando una espiritualidad que se torna piel, contemplación,
en viaje introspectivo”.
De 1944 a 1948
estudió en la Escuela de Artes Plásticas de Caracas y luego pasó a formar parte
del grupo de vanguardia reunido en torno al Taller Libre de Arte cuyas
actividades eran una respuesta al tipo de enseñanza que se impartía en la
Escuela de Artes Plásticas. Hacia 1952 marchó a París para iniciar estudios de
cinematografía, que lo convirtieron en uno de nuestros principales
cortometristas de arte. De regreso a Venezuela, en 1961, entró a dictar cursos
de pintura en la Escuela de Artes Plásticas Cristóbal Rojas mientras se
desempeñaba simultáneamente como profesor de periodismo cinematográfico en la
Universidad Central de Venezuela. En 1970 fue encargado por la OEA de la
jefatura del Departamento de Cine.
“El Arte, con
mayúscula”, dice ángel Hurtado, “es el más grande invento del hombre, además,
es el gran lenguaje universal que todos pueden comprender, especialmente la
pintura. Es a través de ella que conocemos al hombre desde la época de las
cavernas hasta nuestros días. Por eso creo que la pintura, sin hacer
concesiones, debe ser diáfana y entendible para que sirva de comunicación entre
los seres y no jeroglíficos conceptuales pretenciosos en los cuales los
artistas se comunican entre ellos mismos”.
En Hurtado la pasión por la pintura es
cardinal desde sus inicios, donde sus cuadros más abstractos, casi geométricos,
nos recuerdan de lejos los cuadrados elementales de Albers donde lo fundamental
no es nunca la teoría del color sino las interacciones posibles entre ellos.
“Lo que trato de
hacer con el paisaje de ahora”, agrega el artista, “es lograr que el espectador
‘entre’ en él, como si estuviese frente a la naturaleza, pero una naturaleza
con características propias que yo pueda ordenar y conferirle un estado
primigenio que no sea la realidad aparente. Es una realidad interior más que
exterior. Una sublimación del paisaje que no existe sino sobre la tela”.