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viernes, 21 de junio de 2013

CIENCIA Y TECNOLOGIA

Y un día Microsoft enmendó sus errores

La tarde del miércoles estuvo movida en las redes sociales y en los foros videojueguiles. Y no era para menos. La todopoderosa Microsoft había anunciado -a través de un comunicado- cambios en las leoninas políticas de uso de su Xbox One.
El gigante estadounidense aseguró que su nueva consola, que llegará al mercado en noviembre, se podrá usar sin tener conexión a Internet y será compatible con videojuegos de segunda mano: las principales críticas contra su dispositivo.
Don Mattrick, presidente de la división de Entretenimiento de Microsoft, aseguró en el mencionado documento que esta decisión se tomaba en respuesta a las peticiones de los usuarios, tras conocer las intenciones iniciales de la empresa.
“Nos han dicho cuánto les gusta la flexibilidad que tienen hoy con los juegos distribuidos en discos. La capacidad de prestar, de compartir los juegos a su discreción es de una importancia increíble. También lo es la libertad de jugar sin conexión a internet”, escribió.
Debo reconocer que no me sorprende este cambio. Con Sony y su ‘más libre’ PlayStation 4, Microsoft tenía todas las de perder en la guerra de consolas, al punto que hasta la Wii U de Nintendo entraba a terciar con fuerza. Lo que me sorprende es la premura del cambio.
Hasta hace unos días todos los representantes de Microsoft defendían a ultranza las políticas de su consola. El propio Mattrick, en un exceso de sinceridad, les decía a los usuarios sin Internet que tenían un dispositivo para ellos: la Xbox 360. Entonces, ¿qué pasó?
No me trago el discurso de “escuchamos a nuestros usuarios”, “sus opiniones importan” y demás expresiones que se dirán seguramente en futuras entrevistas. Acá primaron las estimaciones de ventas, que bajaron sobremanera tras la E3.
Si la opinión de los usuarios les hubiera interesado realmente, este cambio habría llegado en plena E3, en su conferencia global. Pero no. Esperaron a ver qué mostraba Sony y ver cómo se desplomaban las previsiones de ventas de la Xbox One para modificar sus políticas de uso. Así de simple.
Ahora, lo saludable de esta decisión es que los gamers (los latinoamericanos, sobre todo) volvemos a tener en la Xbox One una opción de compra. Sin restricciones de región, sin la necesidad de estar conectados a Internet y, sobre todo, sin barreras para intercambiar juegos, la consola vuelve al negocio. Y eso es motivo de celebración.