Israel estudia seguir con su política de ambigüedad respecto a la Convención de Armas Químicas (CWC), que firmó en 1993 pero nunca llegó a ratificar, cuando el debate recobra fuerza por las presiones internacionales para lograr el desarme químico de Siria.
El gabinete de seguridad israelí, un exclusivo foro de ministros encabezado por el jefe del Gobierno, Benjamín Netanyahu, ha resuelto recientemente desoír las recomendaciones de destacados funcionarios de Defensa y continuar con su política habitual.
Así lo aseguraba esta semana el diario "Haaretz", que citaba a una fuente oficial israelí bajo condición de anonimato, al revelar que Netanyahu convocó al gabinete hace unas semanas para analizar la política de Israel acerca del CWC, que prohíbe la producción, almacenamiento y empleo de armas químicas.
Israel lo rubricó en 1993 pero no lo ha sometido a ratificación ni en el Parlamento (Kneset), ni por el Ejecutivo, lo que haría vinculante y de obligado cumplimiento el acuerdo.
No lo refrendará, advirtieron portavoces de la Cancillería israelí, mientras otros países de la región enemigos del Estado judío dispongan de armas químicas y ante el temor, además, de que éstas puedan caer en manos de organizaciones armadas hostiles.
"Mientras Israel firmó la convención, otros países en Oriente Medio, incluidos los que han utilizado armas químicas recientemente o en el pasado, o los que se cree que tratan de mejorar sus capacidades químicas, no lo hicieron de inmediato e indicaron que mantendrían su posición incluso si Israel ratificaba la convención", explicó a Efe la portavoz de Exteriores Ilana Stein.
Algunos de esos Estados, recordó, "no reconocen el derecho de Israel a existir y llaman descaradamente a aniquilarlo", por lo que la amenaza química contra Israel, "no es ni teórica ni distante".
El destacado funcionario citado por el "Haaretz" aseguró que el debate en el seno del gabinete de seguridad tuvo lugar a raíz del acuerdo logrado con la mediación de Rusia y EEUU para que Siria desmantelara su arsenal químico y autorizase a inspectores de la ONU a visitar sus instalaciones.
En cumplimiento con los plazos previstos, se han destruido antes del 1 de noviembre los sistemas sirios de producción, mezcla y carga de armas químicas, lo que se traduce en la práctica en que el régimen de Bachar el Asad ya no puede efectuar ataques químicos.
Siria debe desmantelar el resto de su arsenal antes del 1 de julio de 2014.
Hace unas semanas, y tras el anuncio de Siria de que estaba dispuesta a deshacerse de estas armas de destrucción masiva, se alzaron las voces, especialmente de funcionarios rusos y sus aliados sirios, para que Israel ratifique la convención.
El presidente ruso, Vladimir Putin, llegó a declarar a las prensa de su país que el arsenal químico sirio existía en respuesta a las capacidades militares israelíes.
Ante este panorama, Netanyahu analizó con los ministros relevantes la situación y en el encuentro coincidió con el titular de Defensa y ex jefe del Estado Mayor, Moshé Yaalón, en que la política de Israel respecto a la convención no debía cambiar.
Un funcionario israelí familiarizado con la cuestión aseguró al diario que un respetable número de destacados oficiales de defensa considera que a la luz del acuerdo alcanzado con Siria, Israel debería hacer lo propio y ratificar la CWC porque ello "traerá beneficios estratégicos y económicos".
De acuerdo a medios extranjeros, Israel cuenta con un arsenal de variados elementos químicos.
El historiador Avner Cohen revela en su libro "Israel and the Bomb" ("Israel y la Bomba") que el primer jefe del gobierno, David Ben Gurión, ordenó secretamente desarrollar armas químicas durante la Campaña del Sinaí en 1956.
Hace sólo dos meses, la revista "Foreign Policy" informó de la existencia de un documento de la CIA, fechado en 1983, que asegura que satélites espía norteamericanos detectaron un año antes una posible instalación para la producción y almacenamiento de armamento químico en Dimona, en el sur de Israel.
La Convención sobre la Prohibición del Desarrollo, Producción, Almacenaje y Uso de Armas Químicas y sobre su destrucción (CWC) entró en vigor en 1997, incorporándose en el Protocolo de Ginebra de 1925 sobre armas químicas.
Un total de 189 Estados han firmado el texto, dos de ellos no lo refrendaron (Israel y Birmania) y cinco nunca llegaron a rubricarlo: Corea del Norte, Egipto, Siria, Angola, Sudán del Sur y Líbano.
El gabinete de seguridad israelí, un exclusivo foro de ministros encabezado por el jefe del Gobierno, Benjamín Netanyahu, ha resuelto recientemente desoír las recomendaciones de destacados funcionarios de Defensa y continuar con su política habitual.
Así lo aseguraba esta semana el diario "Haaretz", que citaba a una fuente oficial israelí bajo condición de anonimato, al revelar que Netanyahu convocó al gabinete hace unas semanas para analizar la política de Israel acerca del CWC, que prohíbe la producción, almacenamiento y empleo de armas químicas.
Israel lo rubricó en 1993 pero no lo ha sometido a ratificación ni en el Parlamento (Kneset), ni por el Ejecutivo, lo que haría vinculante y de obligado cumplimiento el acuerdo.
No lo refrendará, advirtieron portavoces de la Cancillería israelí, mientras otros países de la región enemigos del Estado judío dispongan de armas químicas y ante el temor, además, de que éstas puedan caer en manos de organizaciones armadas hostiles.
"Mientras Israel firmó la convención, otros países en Oriente Medio, incluidos los que han utilizado armas químicas recientemente o en el pasado, o los que se cree que tratan de mejorar sus capacidades químicas, no lo hicieron de inmediato e indicaron que mantendrían su posición incluso si Israel ratificaba la convención", explicó a Efe la portavoz de Exteriores Ilana Stein.
Algunos de esos Estados, recordó, "no reconocen el derecho de Israel a existir y llaman descaradamente a aniquilarlo", por lo que la amenaza química contra Israel, "no es ni teórica ni distante".
El destacado funcionario citado por el "Haaretz" aseguró que el debate en el seno del gabinete de seguridad tuvo lugar a raíz del acuerdo logrado con la mediación de Rusia y EEUU para que Siria desmantelara su arsenal químico y autorizase a inspectores de la ONU a visitar sus instalaciones.
En cumplimiento con los plazos previstos, se han destruido antes del 1 de noviembre los sistemas sirios de producción, mezcla y carga de armas químicas, lo que se traduce en la práctica en que el régimen de Bachar el Asad ya no puede efectuar ataques químicos.
Siria debe desmantelar el resto de su arsenal antes del 1 de julio de 2014.
Hace unas semanas, y tras el anuncio de Siria de que estaba dispuesta a deshacerse de estas armas de destrucción masiva, se alzaron las voces, especialmente de funcionarios rusos y sus aliados sirios, para que Israel ratifique la convención.
El presidente ruso, Vladimir Putin, llegó a declarar a las prensa de su país que el arsenal químico sirio existía en respuesta a las capacidades militares israelíes.
Ante este panorama, Netanyahu analizó con los ministros relevantes la situación y en el encuentro coincidió con el titular de Defensa y ex jefe del Estado Mayor, Moshé Yaalón, en que la política de Israel respecto a la convención no debía cambiar.
Un funcionario israelí familiarizado con la cuestión aseguró al diario que un respetable número de destacados oficiales de defensa considera que a la luz del acuerdo alcanzado con Siria, Israel debería hacer lo propio y ratificar la CWC porque ello "traerá beneficios estratégicos y económicos".
De acuerdo a medios extranjeros, Israel cuenta con un arsenal de variados elementos químicos.
El historiador Avner Cohen revela en su libro "Israel and the Bomb" ("Israel y la Bomba") que el primer jefe del gobierno, David Ben Gurión, ordenó secretamente desarrollar armas químicas durante la Campaña del Sinaí en 1956.
Hace sólo dos meses, la revista "Foreign Policy" informó de la existencia de un documento de la CIA, fechado en 1983, que asegura que satélites espía norteamericanos detectaron un año antes una posible instalación para la producción y almacenamiento de armamento químico en Dimona, en el sur de Israel.
La Convención sobre la Prohibición del Desarrollo, Producción, Almacenaje y Uso de Armas Químicas y sobre su destrucción (CWC) entró en vigor en 1997, incorporándose en el Protocolo de Ginebra de 1925 sobre armas químicas.
Un total de 189 Estados han firmado el texto, dos de ellos no lo refrendaron (Israel y Birmania) y cinco nunca llegaron a rubricarlo: Corea del Norte, Egipto, Siria, Angola, Sudán del Sur y Líbano.
EFE