La cumbre "Salvando a cada mujer y a cada niño" se inició hoy en Toronto con decenas de dignatarios extranjeros y expertos de todo el mundo que discutirán a puerta cerrada durante los próximos tres días cómo reducir la mortalidad materno-infantil en los países en desarrollo.
La cumbre fue inaugurada hoy por el primer ministro canadiense, Stephen Harper, y el presidente de Tanzania, Jakaya Kikwete, que participaron en un coloquio de 20 minutos en el que trataron los problemas sanitarios materno-infantiles en los países más pobres del mundo.
Harper dijo durante su intervención que los habitantes de los países industrializados deberían olvidarse por un rato de sus problemas y concentrarse en temas como la salud materno-infantil en los países más pobres del mundo.
"Con contribuciones modestas, simplemente centavos" se pueden realizar cambios "realmente transformadores para conseguir un mejor planeta", dijo Harper.
Tanto Harper como Kikwete se mostraron de acuerdo en que los países desarrollados tienen que mantener "el impulso" de los últimos cinco años y renovar a partir de 2015 sus compromisos económicos para mejorar las condiciones de vida de la infancia y madres de los países más necesitados.
El breve coloquio de Harper y Kikwete inició una cumbre que durará tres días y que reunirá en Toronto a personalidades como el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, la reina Rania de Jordania, el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, o Melinda Gates, esposa del fundador de Microsoft.
A la cumbre también asisten representantes de numerosos países africanos así como de organizaciones que trabajan en los países en desarrollo para mejorar las condiciones de vida de mujeres y niños.
Pero las discusiones de todas estas "mentes privilegiadas", como las calificó el ministro canadiense de Desarrollo Internacional, Christiane Paradis, durante la apertura de la cumbre, serán inaccesibles al público.
En una decisión inusitada, los organizadores de la cumbre han decidido que todas las reuniones sean a puerta cerrada, sin acceso de los periodistas acreditados o del público.
Sólo los discursos de los ministros canadienses y algunas de las personalidades que participarán en la reunión serán abiertos al público.
El control impuesto por Canadá es tan férreo que los periodistas tampoco tienen acceso a los recintos donde se realizarán las reuniones, lo que hace imposible que los medios de comunicación tengan acceso a las decenas de expertos y personalidades reunidas en la cumbre.
Los organizadores ni siquiera han sido capaces de proporcionar a los medios acreditados una guía de las intervenciones a las que tendrán acceso en los próximos días y la agenda detallada de la reunión sólo se supo hoy, pocas horas antes del inicio de la cumbre.
La situación es incluso más inusitada, porque el propio Harper dijo hoy que uno de los aspectos clave de los programas de desarrollo internacional es la "transparencia" y demostrar a donantes y el público en general que las iniciativas en marcha logran resultados.
Harper también hizo hincapié en la necesidad de transparencia cuando lanzó en 2010, durante la Cumbre del G8 que se celebró en Canadá, la llamada Iniciativa Muskoka para reducir la mortalidad maternal e infantil en los países en desarrollo.
A través de la Iniciativa Muskoka, Canadá se comprometió a dedicar 2.850 millones de dólares para programas de ayuda en los países más pobres.
Pero hoy, tanto el antiguo enviado especial de la ONU en la lucha contra el VIH/Sida en África, el canadiense Stephen Lewis, como los partidos de la oposición canadienses, criticaron la falta de transparencia e información sobre el destino de esos fondos.
El líder del socialdemócrata Nuevo Partido Democrático (NPD), Thomas Mulcair, también acusó al conservador Harper de utilizar la Iniciativa Muskoka ideológicamente al negarse a financiar programas de interrupción del embarazo en países en desarrollo, incluso en casos extremos como violación o peligro de muerte.
EFE