(París, 23 de agosto EFE).- El futuro sistema europeo de posicionamiento Galileo sufrió hoy un nuevo contratiempo, que se suma a los retrasos y sobrecostos acumulados durante años, con los dos primeros satélites operativos que han quedado tras su lanzamiento en una órbita más baja de la prevista.
La primera noticia de esta anomalía llegó de Arianespace, el consorcio europeo responsable del lanzamiento y de la puesta en órbita de los satélites, con el cohete ruso Soyuz que ayer hizo despegar a las 12.27 GMT de la base de Kurú, en la Guayana francesa.
Pese a que Arianespace y luego la Agencia Espacial Europea (ESA) afirmaron que la separación de los dos satélites del cohete se había producido según lo previsto 3 horas y 47 minutos después del lanzamiento, tiempo después reconocieron que habían observado “una diferencia entre la órbita alcanzada y la prevista”.
En concreto, se han quedado en una órbita elíptica a unos 17.000 kilómetros de altura, en lugar de la circular a 23.522 kilómetros desde donde se esperaba que pudieran operar a partir del próximo otoño.
En espera de explicaciones oficiales de los equipos de los industriales y de las agencias concernidas, que organizaron hoy una reunión de crisis en Kurú para investigar “las potenciales implicaciones para la misión”, han empezado a correr algunas especulaciones.
El astronauta de la ESA Jean-François Clervoy, barajó dos posibilidades como origen del problema: un fallo en la propulsión, tal vez por una carencia en el combustible de los satélites, o una disfunción en el captor de navegación del cohete, que por un cálculo equivocado sobre su situación no los inyectó en el momento apropiado.
En declaraciones a la emisora de radio “France Info”, Clervoy trató de desdramatizar la situación al señalar que ya hubo “problemas similares en el pasado” y que el hecho de estar en una órbita no deseada no debe impedir a los dos satélites cumplir con su función, ya que para dar información de una posición lo hacen teniendo en cuenta dónde se encuentran ellos mismos.
Y que ese reajuste se puede hacer “rápidamente”, en cuestión de “unos días, unas semanas, unos meses”.
Jean-Yves Le Gall, presidente del Centro Nacional de Estudios Espaciales de Francia (CNES), uno de los protagonistas técnicos del programa, admitió que “será complicado” y especuló sobre la hipótesis de una carga de combustible insuficiente en los satélites.
Además, Le Gall, anterior responsable de Arianespace, hizo notar que en su órbita actual está por ver si podrán cumplir su misión.
Expertos en información espacial como Philippe Henarejos y Gérard Feldzer, subrayaron que habrá que clarificar las responsabilidades entre la lanzadera rusa Soyuz operada comercialmente por Arianespace y la ESA como operador de los satélites, fabricados por el alemán OHB Systems y el británico SSTL, que ante sus complicaciones obligaron a retrasar unos meses hasta ayer el lanzamiento.
Pero también avanzaron que una eventual elevación de la órbita tendrá un costo económico y consumirá una parte del combustible que los satélites ya no podrán dedicar para agotar el periodo de vida útil para el que habían sido concebidos.
Con un peso de 714,3 y 715,3 kilos, respectivamente, y cuatro relojes atómicos cada uno de los más precisos enviados al espacio, se venían a sumar a los cuatro primeros satélites experimentales de Galileo puestos en órbita en 2011 y 2012.
La constelación final de este sistema de navegación comprenderá 24 que, según la programación de la ESA, tendrían que estar listos en 2017 y a los que se habrían de sumar seis de repuesto.
Eso implica que en los próximos meses cuatro cohetes Soyuz tenían que lanzar dos satélites cada uno y, a partir de 2015, tres cohetes Ariane-5 se debían encargar de poner en órbita cuatro cada uno.
La inversión total, que corre a cargo de la Comisión Europea, es de 13.000 millones de euros, una cifra a la que se ha llegado tras numerosos derrapes presupuestarios en un proyecto que prevé dotar al Viejo Continente de un instrumento más perfeccionado para uso civil que el GPS estadounidense.
Gracias a un posicionamiento con una precisión que ronda un metro (cinco para el GPS) y una señal con menos zonas de sombra, Galileo espera abrir el camino a nuevas aplicaciones profesionales de pago que abran la perspectiva a una rentabilización de la inversión, más incierta con este nuevo incidente.