Hay cadáveres, hay fosas, hay asesinos, pero nada cuadra. La errática investigación de las autoridades mexicanas por ladesaparición de 43 estudiantes de magisterio alcanzó esta tarde el cénit de la confusión, cuando el procurador general, Jesús Murillo Karam, descartó que los 28 cadáveres calcinados y hallados en las afueras de Iguala perteneciesen a los normalistas. “Les puedo decir que las primeras fosas encontradas, las primerititas de las que ya tenemos algunos resultados, no corresponden a los ADN de los familiares”, dijo Karam. El anuncio reverdece los interrogantes de un caso políedrico donde, tras 19 días de pesquisas y medio centenar de detenidos, el enigma principal, el paradero de los muchachos de laescuela de Ayotzinapa, sigue sin aclararse.
El testimonio de los dos sicarios queconfesaron haber asesinado a 17 estudiantes tras su entrega por la policía municipal podría cuadrar con esta variante. El problema, según fuentes cercanas a la investigación, es que los asesinos no dieron pistas claras sobre de dónde fueron enterrados los cadáveres. Se abre aquí, en el supuesto de que fracasen las búsquedas, la posibilidad del callejón sin salida, de que la historia de los normalistas quede atrapada en el tenebroso mundo de los desaparecidos.
Algo nada extraño en México. Ahora mismo hay más de 13.000 casos reconocidos oficialmente. Entre ellos figuran algunos tan espantosos como las 300 personas, incluidos ancianos, mujeres y niños, secuestradas a plena luz a del día por Los Zetas en marzo de 2011 en la ciudad de Allende (Coahuila). Tres años después no se conoce su paradero y los restos hallados en diferentes fosas no han sido identificados. Las familias de las víctimas aún mantienen la esperanza de que sigan con vida.
En el caso de Iguala las puertas todavía están abiertas. Muchas son las preguntas. Por ejemplo, quiénes son los 28 cadáveres hallados en el paraje de Pueblo Viejo, y de los que nadie ha dado ninguna explicación.EL PAIS