En 1929, Henry Ford estando en la cima de la industria de vehículos, tiene una idea para hacer sus procesos más eficientes. Con la intención de producir el hule desde su entorno compra 15.000 kilómetros cuadrados de selva en Brasil y diseñó un pueblo utópico con miras a ser una cálida ciudad americana de verjas blancas, escuelas y bibliotecas.
Pero por más buenas que fueron sus intenciones, los trabajadores brasileños se revelaron y en 1933 la fabrica se vino a pique. En 4 años y sin producir un solo gramo de hule el lugar quedó desierto y cubierto de polvo.
Hoy en día el pueblo empieza a levantarse, apenas unas pocas personas recorren las calles, empiezan a llenar sus edificios desordenados, se levantan negocios y hasta se crea un café.