Un móvil, cien dispositivos
Que uno vaya al monte, pueda quitar la antena wifi del móvil y colocar una dosis extra de batería al terminal es algo que no está tan lejos. Ni cambiar el altavoz por un pulsómetro cuando llega la hora del gimnasio o poner un nuevo sensor cuando la cámara empiece a flojear. Los «smartphones» a la carta están cerca de ser una realidad.
Y es que el Project ARA de Google tendrá un programa piloto este año en Puerto Rico tras dos años de trabajo interno. Con él llegarán al mercado los teléfonos modulares, una tecnología propia del mundo de la informática, que básicamente consiste en la idea de nada de comprarse un equipo completo sino de montarlo por piezas.
«Endo esqueleto»«Creo que se creará un comercio más directo y algunos fabricantes podrían tener que cambiar su negocio. Hay que pensar en el potencial que tiene la posibilidad de que un día yo pueda comprar una pantalla de LG, un procesador de Toshiba y una cámara de Sony», cuentaVíctor Díaz, un ingeniero español de telecomunicaciones que participó en las primeras fases de esta aventura cuando aún dependía de Motorola y la compañía no había sido adquirida por el gigante de internet.
Además de la ultrapersonalización, muchos ven en la receta modular la posibilidad de alargar la vida útil de los móviles y combatir la obsolescencia programada. «Eso es verdad. Pero también es cierto que hay personas que renuevan su móvil cada diez meses con un nuevo modelo», matiza este granadino quien cree que siempre habrá usuarios que quieran «estar a la última».
Este terminal, cuyo precio oscilará entre los 50 y 100 dólares, cuenta con un marco de aluminio, conocido como «endo esqueleto», dividido a su vez por una «endo columna» y unas «endo costillas» que configuran los espacios para colocar los diferentes módulos.
En una primera fase se comercializarán bases diferentes y tendrán una serie de restricciones, que no los harán 100% personalizables. «Creo que el funcionamiento llegará muy mascado y no pasará como en los ordenadores, donde hace falta tener bastante conocimientos para montar un equipo e intercambiar piezas», remacha Díaz, quien compartió meses de trabajo con Regina Dugan, la antigua mandamás de Darpa, el programa del Pentágono que busca aplicar nuevas tecnologías al ámbito militar. Pero los de Mountain View no son los únicos que trabajan para dar forma a estos terminales de «quita y pon».
En el pasado CES de Las Vegas se pudo ver «Blocks», un prototipo de un reloj inteligente que también permitirá al usuario poner un acelerómetro, un chip NFC para pagar o una ranura de SIM al gusto. «El mayor reto, en nuestro caso, es combinar la tecnología con la moda para crear un dispositivo atractivo», explica Hakeem Javaid, uno de los responsables de la compañía que lo ha desarrollado.
Actualmente se encuentran en un proceso de prepedidos a través de Kickstarter, que podría culminar este próximo verano para que las primeras unidades se despachasen a final de año. «Creemos que la tecnología modular es parte importante del futuro de los móviles. No solo da un nuevo nivel de control a los usuarios, sino que abre la puerta a crear plataformas completamente abiertas ya que cualquiera podría desarrollar un módulo», aclara Javaid. «El día de mañana será como una App Store, pero con hardware», remacha.
Proyecto de padre español
Este invento podría ver la luz en la segunda mitad de 2015, de la misma manera que PuzzlePhone, un «smartphone» desarrollado en Finlandia pero de autoría española. «Surge de la fustración de no poder repararlo o actualizarlo más que comprando un móvil nuevo y tirando el anterior», explica Alejandro Santacreu, padre de la idea, quien ve en esta tecnología una manera de reducir «los peajes de entrada» a la fabricación de teléfonos, ampliando así los jugadores del mercado.
«Creo que puede llegar a todo el mundo», analiza este emprendedor, matizando que serán «mercados verticales», como la medicina, donde puede tener gran recorrido gracias a las opciones de incorporar elementos muy específicos. Santacreu ve en este tipo «gadgets» una forma para resolver la ecuación de la batería, el «mayor reto» al que se enfrenta ahora mismo una industria que en los últimos años ha estado más centrada en la miniaturización de los componentes para crear terminales ligeros y cada vez más estilizados. «El nuestro no será el más fino del mercado porque eso crearía dificultades para que el usuario pueda arreglarlo o actualizarlo». Además, para evitar generar más basura electrónica los responsables de Puzzlephone han puesto en marcha un plan para reutilizar las piezas que se vayan cambiando.
«En vez de esperar un móvil nuevo al año, podrían tener una actualización de cámara un mes, comprarse el último modelo de batería el siguiente», opina Manuel González Noriega, Creative Technologist del estudioFjord, quien ve como principales ventajas «la ruptura de los ciclos de renovación del hardware cada doce o 18 meses» y la aparición de móviles «de nicho» como, por ejemplo, uno que incorpore un medidor de azúcar en sangre para diabéticos.
Sin embargo, este consultor remarca la necesidad de generar estándares y compatibilidades entre las diferentes factorías de un futuro mercado así como la necesidad de que sean «ventajosos o al menos comparables» en precio, funcionalidad y ciclo de vida. «En casi todas las industrias, en las sociedades actuales, la personalización es un paradigma deseable y con espacio, pero es más raro que supere en volumen al paradigma de la estandarización», predice.ABC