Las playas de Diani y Galu, en la costa sur de Kenia, están casi desiertas de turistas y ni siquiera los habituales vendedores ambulantes hacen acto de presencia. Ello pese a que es temporada alta y las temperaturas son perfectas.
Ante esta autorización autoridades de la zona, especialmente de Mombasa y Lamu, están organizando medidas desesperadas para recuperar el turismo, con el fantasma de la radicalización de los desempleados.
"Tenemos la intención de organizar tantos festivales como podamos", señaló a principios de año el vicepresidente de la Asociación de Turismo de Lamu (LTA), Ghalib Alwy.
Pero la polémica se desató por un post en Facebook que propone potenciar el toples para salvar el alicaído turismo en Kenia.
Una senadora del condado de Mombasa, Emma Mbura, sugirió que las mujeres de la costa comiencen a llevar otra vez los vestidos tradicionales -que muestran los senos- "para atraer a los turistas".
Según Mbura, los turistas extranjeros acudían a la costa atraídos por los relatos de hermosas mujeres bailando con el torso desnudo al son de melodías tradicionales en las playas kenianas.
"Cuando las mujeres mijikenda ('las nueve tribus' de la costa) empezaron a llevar ropa, el turismo decreció, más allá del impacto de la inseguridad", escribió Mbura en Facebook.
Sus comentarios suscitaron una polémica inmediata. Sin embargo, Mbura se defendió en declaraciones al periódico local Daily Nation: "Sólo dije que si las mujeres mijikenda recuperaran su cultura, revivirían el sector turístico. Tenemos que encontrar formas de realzar el sector".
La Federación Turística Keniana (KTF) admite que la situación es complicada y "todo un reto" para el Gobierno, que pretendía, para 2017, estar en el "Top 10 de los destinos turísticos más visitados" del mundo.
En las redes sociales también se intenta movilizar a los turistas ensalzando una y otra vez las maravillas kenianas, con la campaña #WhyILoveKenya (Por qué amo Kenia).
Sin embargo, las llegadas de extranjeros a los dos principales aeropuertos, Jomo Kenyatta (Nairobi) y Moi (Mombasa), pasaron de más de 100.000 en noviembre de 2013 a 72.000 el mismo mes de 2014.
Con información de EFE