El Ejército colombiano confirmó la muerte, este lunes, de cuatro militares colombianos después de que el Black Hawk en el que se desplazaban aterrizase en una zona minada en Teorama, en el departamento Norte de Santander. Según las primeras informaciones del Ministerio de Defensa, los explosivos fueron colocados y activados por terroristas de la cuadrilla Resistencia del Catatumbo de las FARC. Otros dos militares resultaron heridos y cuatro sufrieron contusiones menores.
Las tropas realizaban maniobras ofensivas de apoyo a unidades de tierra. En concreto, respaldaban las labores de reparación de un tramo del oleoducto Caño Limón-Coveñas, que la guerrilla destruyó el pasado 16 dentro de la oleada de ataques contra infraestructuras que ha desatado después de romper la tregua unilateral a finales de mayo.
Las pesquisas se centran ahora en saber qué falló durante la operación. El hecho de que el helicóptero aterrizase en una zona minada hace suponer que no todos los controles funcionaron, ya que la guerrilla conocería de antemano el lugar del aterrizaje. El comandante del Ejército, el general Lasprilla, ya se encuentra en la zona, acompañado del inspector general y el jefe de operaciones, para conocer de primera mano los hechos y al tiempo dirigir las operaciones.
En un comunicado, el Ministerio de Defensa condenó el empleo indiscriminado de artefactos explosivos por parte de las FARC, "considerado una clara violación a los Derechos Humanos e infracción al Derecho Internacional Humanitario".
Aunque el Ejército ha atribuido desde un primer momento el atentado a las FARC, la zona del siniestro se caracteriza por la presencia de guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y algún reducto del Ejército Popular de Liberación (EPL), desmovilizado en 1991.EL PAIS