La revista de salud ‘Health’, recoge una serie de errores muy comunes que arruinan nuestros propósitos. Estos son algunos de ellos.
Las dietas sin gluten
Los productos sin gluten están pensados para celíacos, personas que presentan problemas en la absorción del gluten, proteínas propias de cereales como el trigo. Sin embargo, el consumo de los alimentos libres de gluten se ha extendido a gente sin este problema, generando la imagen de que el gluten es nocivo para nuestro organismo.
Esta tendencia ha favorecido, por un lado, que los celíacos tengan más facilidades para encontrar alimentos aptos para su consumo. Pero, por otro, se ha desarrollado la idea de que un bollo o un bizcocho será más saludable si no tiene gluten. Y nada más lejos de la realidad: “Un producto sin gluten puede tener más calorías, azúcar, sal o ácidos grasos”, indica la nutricionista Kari Ikemoto. Por tanto, no son más saludables, tan solo son alimentos pensados para determinadas personas con un determinado problema.
Bebidas ‘light’
Ya existen soluciones light para todo tipo de productos alimenticios y lo cierto es que no se sabe hasta qué punto son o dejan de ser útiles. Está claro que dejar las bebidas carbonatadas es una buena decisión para las personas que quieren bajar de peso, pero la solución no debe pasar por consumir el mismo refresco en su versión baja en azúcares.
El doctor Brian Quebbbemann indica que los edulcorantes artificiales son más adictivos y estimulantes que el azúcar, lo que puede provocar que la gente desee consumir, aún más, productos del estilo”. Incluso, hay estudios que demuestran que las personas que tomaban estos refrescos engordaron el triple que aquellos que seguían bebiendo la versión normal.
Leche descremada
La leche se ha convertido, sorprendentemente, en uno de los enemigos más mediáticos de las dietas. Y como sucede en otros casos, existen muchos falsos mitos. La extendida intolerancia a la lactosa y las grasas animales, posiblemente sean las causas de su mala imagen. En el caso de los intolerantes a la lactosa la solución es sencilla, cada vez existen más alternativas en los supermercados. Sin embargo, no es tan sencillo en el caso de la grasa.
Aunque parezca chocante, el consumo de leche desnatada puede aumentar el riesgo de que aparezca esa antiestética grasa en nuestra tripa. La explicación tiene trampa y la encontraron unos investigadores suecos en 2013: las personas que consumen leche entera son menos propensas a consumir otros productos grasos. La razón es que la nata de la leche ralentiza el proceso digestivo y nos hace sentir más saciados. Al final la solución siempre es la más sencilla: la mejor forma para no comer más es ver que estamos llenos.
Eliminar la carne
Ser vegetariano es una opción perfectamente válida, lo que quizá no lo sea tanto es serlo con el objetivo de adelgazar y comer más sano. La dieta vegetariana prescinde de la carne, pero no debe hacerlo de sus nutrientes. Las proteínas son básicas para el funcionamiento de nuestro organismo y el ser vegetariano o vegano limita mucho su ingesta.
Las personas que no coman carne deben estar muy pendientes de incluir alimentos altos en proteínas en sus comidas. En ocasiones, al consumir determinados productos sin carne (como filetes a base de soja, calabacín, etc), acaban ingiriéndose más calorías que si se comiera un filete normal y corriente. No comer carne no es sinónimo de estar delgado, por mucho que a veces se crea eso.
Realizar muchas comidas al día
Este es un consejo tremendamente habitual en el mundo de la dietética, pero no siempre es recomendable. “Si este hábito no se sigue con mucho cuidado, acabaremos por estar comiendo durante el día y, por tanto, añadiendo más calorías a nuestra dieta”, señala Ikemoto. Esta no es la única razón, puesto que tampoco está del todo demostrado que vayamos a quemar más calorías por tener en funcionamiento más tiempo a nuestro aparato digestivo.
Comer margarina
Se ha instalado la idea de que la margarina es más saludable que la mantequilla y no es así. La mala imagen que ha acompañado a las grasas animales ha favorecido que se extienda la idea de que cualquier alternativa vegetal es mejor. Sin embargo, el proceso de hidrogenación que se utilizan en algunas margarinas aumenta la cantidad de grasas trans, las más peligrosas para el corazón. Por tanto, da igual que prefiramos margarina o mantequilla, lo importante es no abusar nunca de su consumo, ambas tienen una gran cantidad de calorías.
Barritas energéticas
Hay que reconocer que estos productos son la mar de útiles cuando necesitamos una dosis extra y rápida de energía. Es común que los deportistas recurran a las barritas energéticas en momentos de alta exigencia competitiva, pero nunca debe haber un consumo excesivo. “Las barritas energéticas suelen tener azúcares y jarabes como el de arroz, maíz o agrave y otros sustitutivos del azúcar muy adictivos”, indica el doctor Quebbermann, que también añade que las barritas tienen una gran cantidad de calorías y muy pocos nutrientes.
No hay problemas en consumirlas de vez en cuando o en situaciones límite, pero en el resto de ocasiones quizá sea preferible comer otros productos, como frutos secos, o imitar a Rafa Nadal y tomar un plátano.
Fuente: msn.com