Este cambio tiene consecuencias culturales, sociales y también jurídicas sobre los vínculos familiares y ello involucra a todos, "creyentes o no creyentes", dijo el pontífice ante obispos invitados al Encuentro Mundial de las Familias, que concluye hoy en esta ciudad estadounidense.
El papa dijo que a los responsables de la Iglesia "el mundo" les "pide y reclama" una "conversión pastoral" y añadió: "es vital que la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo".
"El cristiano no es un 'ser inmune' a los cambios de su tiempo y en este mundo concreto, con sus múltiples problemáticas y posibilidades, es donde debe vivir, creer y anunciar", agregó.
Aludió a quienes dicen que "todo pasado fue mejor", que "el mundo es un desastre y, si esto sigue así, ¿no sabemos a dónde vamos a parar?".
"Esto me suena a un tango argentino", exclamó Bergoglio, que arrancó con este comentario las risas de los obispos congregados en el seminario san Carlos Borromeo de Filadelfia.
El pontífice dijo que la sociedad actual es como un centro comercial en el que "lo importante hoy lo determina el consumo. Consumir relaciones, consumir amistades, consumir religiones, consumir, consumir..."
Y agregó que "los vínculos son un mero 'trámite' en la satisfacción de 'mis necesidades" antes de añadir: "hemos hecho de nuestra sociedad una vidriera pluricultural amplísima, ligada solamente a los gustos de algunos 'consumidores' y, por otra parte, son muchos los otros, los que solo 'comen las miigajas que caen de la mesa de sus amos".