Esa chica de ojos claros es una irreverente. Es capaz de desmentir presunciones y máximas propias del fútbol con un puñado de actitudes. Puede perderse los partidos decisivos de un Mundial por quejarse en público de su entrenador, como le pasó en China 2007. Puede jugar a ser una super heroína atajando penales decisivos frente al candidato de todos, Brasil. Puede mirar a un estadio asombrado como el Rudolf Harbig de Dresden, y agradecer hecha una emoción. Ella se llama Hope Amelia Solo y resulta -a esta altura- la mejor arquera del Mundial de Alemania y una de las principales razones de que Estados Unidos -el país de su nacimiento- esté en la final que disputará el domingo frente a las inclaudicables japonesas.
“Es una gran arquera. Ha hecho un gran trabajo. Es muy sólida, muy buena jugando con el balón en los pies. Podemos decir que es nuestra quinta defensora”. Así la describe su entrenadora Pia Sundhage ante la consulta del sitio oficial de la FIFA. Y agrega sobre aquel pasado incómodo en el Mundial anterior: “Cuando tomé las riendas del equipo sabía que, para ganar, necesitaría a una buena arquera, y ella lo es. No quiero opinar sobre lo que pasó en 2007. Les pedí a las chicas que no olvidasen, pero que perdonasen y mirasen juntas hacia adelante. Esta misión no es de una jugadora; lo que importa es el equipo”.
La protagonista de esta historia, la guapísima Hope Solo, encuentra a un responsable de su notable rendimiento: Paul Rogers, el preparador de arqueras de Estados Unidos. Suele decir ella: “Nos ofrece una mirada diferente por ser uno de los pocos hombres que trabaja con nosotras. Es exigente, pero es el mejor entrenador de arqueros que tuve en mi carrera”.
Los diarios de su país la muestran en las portadas con su cara llena de felicidad y sus manos grandes en lo alto. Es la escena posterior al encuentro de los cuartos de final contra Brasil. Allí, ante la mejor jugadora del mundo (Marta) y ante un seleccionado arrasador (había ganado todos los partidos de la primera vuelta sin recibir goles) y con grandes antecedentes (venía de ser finalista en 2007), Hope fue elegida la figura de la cancha. Fue lógico: había atajado casi todo lo que le habían tirado durante el partido y el alargue y también había resultado decisiva en la tanda de penales, al atajar el remate que clasificó a su equipo.
Hope nació en Richland y tiene 29 años. Pero lo que también se destaca es que es hija de un veterano de la guerra de Vietnam que falleció en 2007 tras vivir entre carencias, como un homeless.
Para Hope el fútbol fue un modo de escapar de un dolor: cuando tenía 6 años sus padres se separaron. Caso curioso, ya con la pelota en los pies arrancó su carrera como delantera en Richland High School y llegó a convertir 106 goles que permitieron tres títulos. Pero se hizo famosa evitando gritos ajenos: como arquera lleva un centenar de encuentros con el seleccionado, ganó la medalla de oro olímpica en Beijing 2008 y ahora irá por el doblete. La chica de los ojos claros e hija de un veterano de guerra está convencida de poder lograrlo.
EL CLARIN