(dpa) – Google, Facebook o Zynga: estas empresas de tecnología nacieron
gracias a trabajadores inteligentes y potenciales donantes que financiaran sus
proyectos. El lugar elegido fue Silicon Valley. Pero, ¿qué hacer si
falta el permiso de residencia en Estados Unidos? Un barco podría ser la
solución.
La idea suena a locura, pero en el país de las posibilidades
ilimitadas todo puede funcionar: emprendedores extranjeros de firmas
tecnológicas que no hayan recibido permiso de trabajo o residencia en Estados
Unidos podrían acuartelarse en el futuro en una plataforma flotante cerca del
valle de la alta tecnología Silicon Valley, en California, de forma totalmente
legal.
Y es que el ya denominado por una moderadora de la emisora económica Fox
Business “barco de los sueños para los fundadores de empresas” echará el
ancla a 12 millas de la costa y con ello, fuera del alcance de las
autoridades migratorias estadounidenses.
Max Marty, hijo de emigrantes cubanos, es el cerebro tras el proyecto
“Blueseed”. Él mismo dice conocer casos de compañeros extranjeros con talento
que tras terminar sus estudios tuvieron que dejar el país. Ahora, intenta con
ayuda de Peter Thiel, que financia a emprendedores, obtener el dinero necesario
para la construcción del barco. “Y ya tenemos a algunos inversores”, anunció
orgulloso en declaraciones a Fox Business. “El tema tiene buena pinta”.
Aún no se sabe cómo sería el aspecto de la fragua de ideas. Los
bocetos van desde un carguero de contenedores reconstruido al estilo de una
construcción industrial soviética hasta una estructura similar a la de
una plataforma petrolera, pasando por una especie de crucero con formas que
recuerdan al diseñador Luigi Colani. La variante de lujo incluiría una gran
piscina, un campo de fútbol y un parque lleno de árboles. En cualquier caso, el
proyecto tendrá un helipuerto.
A finales de 2013 se mudarían ya los primeros emprendedores,
que pagarían por un camarote para cuatro donde dormir y por un escritorio en una
gran oficina al menos 1.200 dólares (unos 900 euros), menos de lo que cuesta una
pequeña vivienda cerca de San Francisco.
Para bolsillos que puedan permitirse alquileres más altos existe también la
posibilidad de alquilar una zona propia.
A bordo, todo estará servido, desde un puesto de correos hasta
Internet de alta velocidad por satélite o cable submarino. Y para las
conexiones con tierra firme, un ferry que permita a sus habitantes breves viajes
a Estados Unidos con visados de turista o de negocios.
El barco no será sin embargo una residencia permanente para sus habitantes:
la esperanza es que debido a su cercanía con Silicon Valley encuentren
rápidamente inversores y donantes para fundar sus propias empresas y acoger sus
proyectos, lo que facilitaría su entrada a Estados Unidos.
Pero en estos momentos, del hermano flotante de Silicon Valley apenas hay más
que un par de bocetos y los más escépticos creen que el proyecto es demasiado
caro y la vida en el mar demasiado peligrosa. Además, el barco debería ser capaz
de protegerse ante tormentas.
Los ideadores del “Blueseed” tranquilizan asegurando que en esa zona del mar
no hay huracanes y que incluso la vida allí es más segura que en tierra
firme, porque no hay que preocuparse de terremotos o tsunamis.