dpa) - De camino a una reunión de negocios a menudo uno toma algo de
chocolate, durante las pausas en el trabajo un café y para almorzar algo rápido,
como un perrito caliente con ketchup. Sin embargo, el cerebro necesita
la energía suficiente para poder responder con rapidez cuando se pulsa
el botón.
Generalmente esta energía proviene de alimentos edulcorados y
grasos, ya preparados y con buen sabor. ¿Pero es realmente un alimento
para los nervios?
El cerebro tiende más hacia el chocolate que hacia la manzana. La fruta
contiene menos glucosa, fuente de energía fundamental para el cerebro.
“En situaciones de sobrecarga, la exigencia de algo dulce es
mayor y se liberan hormonas de estrés”, señaló Ingrid Kiefer, escritora
y nutricionista de Viena.
El azúcar se subdivide según el tamaño de las moléculas en simple o
múltiple. Las golosinas contienen azúcares simples, que llegan
inmediatamente a los vasos sanguíneos.
“Cuando se come chocolate, se dispara el nivel de azúcar en la
sangre y el cerebro produce con rapidez serotonina, la hormona de la
felicidad, aunque luego decaiga de nuevo muy rápido”, añadió Kiefer.
El resultado es un cansancio inesperado que afecta a algo
más que al simple rendimiento del cuerpo.
Los azúcares que deben ser injeridos para mejorar el rendimiento son
de tipo múltiple, o también llamados hidratos de carbono
complejos. “Como durante la digestión aún no se han separado, el nivel de azúcar
en sangre se mantiene constante al igual que la capacidad de concentración”,
señaló Kiefer.
Los carbohidratos complejos se encuentran principalmente en los
cereales integrales, la avena, la patata, legumbres como judías o
guisantes y muchos tipos de frutas y verduras.
Para que la información de las células nerviosas fluya sin problemas en
el cerebro se necesitan ácidos grasos insaturados. “Sobre todo,
el ácido graso Omega-3 previene enfermedades como la apoplejía o la
arteriosclerosis”, aseguró la bióloga de Múnich Andrea Flemmer.
Estos ácidos se encuentran en grandes proporciones en muchos frutos secos
como cacahuetes, nueces, aceites como el de linaza o el de nueces, así como en
pescados de agua fría como el arenque, la caballa, el atún o el
salmón.
También las vitaminas A, C y E, las
antioxidantes, son una alimentación vital para los nervios, “al
proteger los nervios y vasos sanguíneos”, señaló la nutricionista Manuela Marín,
de Berlín.
Una deficiencia puede causar nerviosismo, irrritabilidad, fatiga y
falta de iniciativa. “Las fresas y los kiwis son ideales, pues
contienen más vitamina C que las naranjas”, prosiguió Flemmer.
Para reforzar los nervios es imprescindible el grupo de vitaminas del
tipo B, que protege a las células nerviosas del cerebro y estimula la
formación de nuevo tejido nervioso. La vitamina B se encuentra en la levadura,
trigo, hígado de ternera y vacuno, así como en aguacates y plátanos.
Los plátanos son un arma eficaz contra el estrés. Contiene
la proteína triptófano, que es convertida por el cuerpo en serotonina, la
hormona de la felicidad. “A diferencia del chocolate, el plátano crea
carbohidratos complejos, que dan un efecto calmante y son una base para una
concentración más contenida”, añadió Flemmer.