AFP).- Una izquierda muy diversa, que combina posturas centristas y radicales, lleva las riendas de América Latina y se muestra más fuerte que en otros tiempos,aunque con el gran reto de perpetuar las reformas sociales que impulsa y acabar con la desigualdad, según analistas.
El Foro de Sao Paulo, que reúne en Caracas hasta el viernes a más de 600 organizaciones de izquierda, centra su debate en los desafíos de “la crisis del capitalismo mundial” para los países latinoamericanos, donde las fuerzas izquierdistas muestran su fortaleza al frente de los gobiernos de casi una decena de naciones.
“Hemos estado viendo una etapa más progresista en la región, conjuntamente con el crecimiento económico de nuestros países, mientras las economías occidentales están en crisis. Es un momento para que los gobiernos de izquierda hagan sus reformas sociales, porque Latinoamérica emerge con un desarrollo propio y perspectivas”, dice a la AFP el analista argentino Ricardo Rouvier.
Pero este profesor de la Universidad de Buenos Aires advierte que hay que tener “mucho cuidado” y lograr “las reformas por medio del consenso”, para evitar inestabilidades que puedan mermar el camino ya avanzado.
En la mayor parte del siglo XX, gobiernos fuertes de derecha gobernaron América Latina y fue sólo a partir de los noventa que la izquierda comenzó a surgir sin que esto fuera percibido como una amenaza al poder de Estados Unidos en la región.
“La izquierda latinoamericana está ahora más fuerte que en todo el siglo pasado, por lo que será difícil borrar su influencia así salga de los gobiernos“, resalta la historiadora venezolana Margarita López Maya, sobre todo en casos como el de Brasil, donde se ha avanzado en la erradicación de la pobreza.
López Maya destaca que los gobiernos de centro-izquierda, donde ubica a Brasil y Uruguay, “buscan la igualdad y el combate de la pobreza, pero dentro de un modelo económico que combina el mercado con políticas de Estado“. Una tendencia que, según dice, irá “ganando más espacio” ante vertientes “radicales” y “estatizadoras” como las del presidente venezolano Hugo Chávez.
Junto a Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Bolivia completan el club de la izquierda radical, mientras Chile y Colombia levantan en minoría las voces de la derecha.
Pero más allá del mapa ideológico, el politólogo venezolano Carlos Romero coincide en que muchos países de la región “están dando un giro al centro” por razones prácticas, a pesar de la influencia del gobierno de Chávez, que “expresa la tendencia más radical y menos popular de la izquierda“.
Así, Romero pone de ejemplo al gobierno de Mauricio Funes en El Salvador, que aunque “propuso una vía socialista”, se ha abstenido de enfrentar a Estados Unidos o unirse al grupo de Chávez para navegar el escenario de crisis internacional.
Por esa necesidad de adaptarse a las situaciones externas es que el Foro de Sao Paulo –creado en 1990 y reunido por primera vez en Caracas– pone en el centro del debate a los efectos de la crisis mundial.
El objetivo de la reunión es entonces el de encontrar alternativas para proteger a las economías regionales de la crisis y a la vez detectar las oportunidades que ésta ofrece para fortalecer a los gobiernos de izquierda.
Los retos de la “institucionalización”
Pero Rouvier advierte, sobre todo, de los retos políticos que enfrenta la izquierda de la región para consolidar su influencia y proyectarla a futuro.
“El camino de las reformas emprendido por la izquierda en la región es difícil y tiene contrapesos, sobre todo en sectores neoliberales”, explica el analista argentino, asegurando que el caso del ex presidente paraguayo Fernando Lugo fue “un fuerte llamado de atención” a los gobiernos latinoamericanos.
Así, para este académico, la destitución de Lugo por parte del Congreso de su país hace poco más de una semana fue una respuesta “a la institucionalización de las políticas sociales” que –incluso mediante reformas legales– han adelantado los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Ecuador.
“Argentina también se enfila a este modelo de institucionalización, porque se ha ido acercando cada vez más a la vertiente nacionalista que impulsa Chávez y en la que incluso los movimientos sociales superan (en influencia) a los partidos políticos”, explica Rouvier.
En 2009, la destitución del mandatario hondureño Manuel Zelaya fue otro golpe para la izquierda, aunque López Maya explica que estos reveses “no son definitivos” porque así como “Zelaya sigue teniendo un poder importante en su país”, también otros grupos políticos de izquierda, “así salgan del gobierno, seguirán teniendo influencia y fuerza popular”.
Pero los retos no se quedan en afrontar con éxito los desafíos políticos, sino también en “ir a la vez más allá del combate a la pobreza para lograr más igualdad en Latinoamérica”, una “materia todavía pendiente”, según la historiadora.