Un helicóptero se estrelló el lunes en Damasco durante los combates entre el ejército y los rebeldes que afirmaron que el aparato militar había sido derribado para vengar a las centenas de muertos provocadas por las fuerzas del régimen en la vecina localidad de Daraya.
El domingo, el presidente sirio Bashar al Asad prometió una vez más derrotar a la rebelión "a cualquier precio" a pesar de que su aliado iraní llamó al diálogo evocando una situación militar bloqueada.
En la capital, se escucharon violentas explosiones al alba, indicó una periodista de la AFP presente en Damasco.
Por su parte, la televisión oficial siria anunció sin más precisiones que un helicóptero se había estrellado cerca de una mezquita del barrio de Qabun, en el este de Damasco.
Omar al Qabuni, portavoz de la Brigada de Badr, milicia opositora, afirmó que sus hombres habían derribado el helicóptero.
"Fue para vengar la matanza de Daraya", dijo Al Qabuni en una conversación vía internet.
El piloto murió, precisó el portavoz de Badr.
El lunes por la mañana se desarrollaban violentos combates en varios barrios del noreste de Damasco, en particular en Jobar, y en varios suburbios del este de la capital, indicó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
En Daraya, 7 km al sur de Damasco, fueron hallados 14 cadáveres más, indicó el OSDH.
El domingo, los rebeldes anunciaron que habían descubierto al menos 320 cuerpos, entre ellos los de 15 mujeres y 14 niños, víctimas de la ofensiva del ejército en los últimos días.
La oposición denunció una nueva "matanza odiosa del régimen" al difundir imágenes, que no han podido ser autentificadas, de decenas de cuerpos en una mezquita y en una trinchera transformada en fosa común.
Por su parte, el régimen sirio afirmó, a través de la agencia oficial SANA, que el ejército había "limpiado" Daraya terminando con los "terroristas mercenarios" que habían cometido "crímenes contra los habitantes".
El descubrimiento de cadáveres de personas, a menudo ejecutadas, se ha multiplicado en Siria en las últimas semanas, en particular en Alepo y en la región de Damasco.
El domingo, las operaciones de represión y los combates entre soldados y rebeldes, causaron la muerte de 149 personas, de las cuales 105 civiles, 26 rebeldes y 18 soldados, según un balance del OSDE, que se basa en una rede propia de militantes y testigos.
Por su parte, un parlamentario iraní, el presidente de la comisión parlamentaria de política extranjera, Alaedín Borujerdi, dijo el domingo en Damasco que la solución del conflicto debía ser política.
"La solución militar está bloqueada", dijo Borujerdi, que llamó a la rebelión siria "a dejar las armas de lado y a favorecer una solución política".
Al recibir a Borujerdi, Asad insistió en su promesa de vencer a la rebelión "a cualquier precio".
"El pueblo sirio no permitirá que el complot extranjero tenga éxito", dijo Asad, en sintonía con el ministro sirio de Relaciones Exteriores, Walid Muallem, uno de los halcones del régimen, que declaró que no habrá negociación hasta tanto el país no haya sido "purgado" de los rebeldes.
Por su parte, la oposición continúa exigiendo la salida del poder de Al Asad antes de cualquier proceso de discusión.
Desde marzo del 2011, cuando comenzó la rebelión que se transformó en guerra civil, murieron más de 25.000 personas víctimas de la represión y de los enfrentamientos entre fuerzas del régimen y rebeldes, según el OSDH, sin que ese balance pueda ser confirmado por fuentes independientes.