EFE) - Estados Unidos tiene un difícil papel ante la salida de Venezuela de la Convención Americana de Derechos Humanos (CADH), porque sin haberla ratificado, Washington la ha elogiado y pidió a Caracas que reconsidere su decisión, efectiva a partir de hoy.
Consultado por Efe, el Departamento de Estado no ha hecho todavía ningún comentario sobre una medida de Venezuela que en su día calificó de “muy desafortunada”, ya que ese país quedará liberado de la jurisdicción de la CorteIDH, aunque no de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Cidh).
“Será difícil para Estados Unidos adoptar una posición muy dura” sobre la salida de Venezuela, dado que “no tiene la legitimidad” para hacerlo, comentó a Efe Michael Shifter, presidente del centro de estudios Diálogo Interamericano.
La Convención Americana de Derechos Humanos (Cadh) fue suscrita en San José (Costa Rica) en 1969 y el Gobierno estadounidense la firmó el 1 de junio de 1977, pero no la ha ratificado ni ha aceptado la competencia en lo contencioso de la CorteIDH.
Venezuela anunció el año pasado su decisión de abandonar el Sistema Interamericano de Justicia tras lo que calificó como “aberrante” sentencia de la CorteIDH a favor de Raúl Díaz, acusado de terrorismo y juzgado por poner bombas en sedes diplomáticas de España y Colombia en Caracas.
Según la Cidh, la detención preventiva de Díaz fue arbitraria, con una duración excesiva y sin un recurso eficaz de apelación.
La CorteIDH reconoció algunos de los argumentos presentados en su día por Venezuela, como la falta de agotamiento de los recursos internos en lo que se refiere a la detención preventiva y duración del proceso.
No obstante, sentenció al Estado por la violación del derecho a la integridad personal de Díaz debido a las condiciones de su reclusión y el deterioro de su salud.
Según la Cidh, una vez que la denuncia de la Convención entre en vigor, hoy mismo, “Venezuela, como Estado miembro de la OEA (Organización de Estados Americanos), seguirá sujeto a la jurisdicción de la Comisión y a las obligaciones que le imponen la Carta de la OEA y la Declaración Americana”.
Asimismo, “cualquier caso de violación a los derechos humanos ocurrido hasta la fecha de entrada en vigencia de la denuncia podrá ser conocido por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH)”.
Para Shifter, la salida de Venezuela de la CADH es “desafortunada y lamentable”, y “son los venezolanos los que más pierden”.
La buena noticia, a su juicio, es que la mayoría de los países miembros de la OEA, incluido Estados Unidos, “siguen tomándose en serio” el sistema interamericano de derechos humanos y Venezuela “está bastante sola” en ese aspecto.
Mientras, Carl Meacham, director del programa para las Américas del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos (CSIS), recordó a Efe que la relación entre EEUU y Venezuela está hoy “en una espiral descendente”.
Por ello, Meacham vaticinó que la salida de Venezuela de la Convención impulsará todavía más ese “declive“.
Además, ese abandono “es otro ejemplo de la falta de interés de Venezuela en participar en la comunidad de naciones responsables”, destacó este analista.
Las relaciones entre Washington y Caracas se encuentran actualmente en uno de sus puntos más bajos desde 2010, cuando ambos países retiraron a sus respectivos embajadores, y desde entonces han empeorado, con constantes incidentes diplomáticos.
En julio pasado, el Gobierno venezolano dio por terminado un proceso de diálogo con Estados Unidospor segunda vez en menos de seis meses.
Esa decisión fue la respuesta a unas declaraciones de la nueva embajadora estadounidense ante la ONU, Samantha Power, quien se comprometió durante su audiencia de confirmación para el cargo en el Senado a “responder a la represión a la sociedad civil que se está produciendo en países como Cuba, Irán, Rusia y Venezuela”.
El presidente venezolano, Nicolás Maduro, condicionó después la reanudación de las conversaciones a que el Gobierno estadounidense “rectifique su actitud” y cese sus “agresiones” contra su país.
Sin embargo, el Departamento de Estado dio su “completo respaldo” a Power, negó las acusaciones de “injerencia” en la situación política interna de Venezuela y reiteró que está “abierto” a retomar el diálogo con Caracas.