Lenta reconstrucción de Nueva York sigue un año después del huracán Sandy
La región de Nueva York se recupera lentamente del paso arrasador del huracán Sandy, del que el próximo martes se cumple un año, aunque las heridas y las cicatrices siguen siendo hoy muy visibles en las zonas costeras de la ciudad.
Mientras la isla de Manhattan recuperó la normalidad hace tiempo, cientos de familias siguen sin hogar en las áreas costeras más expuestas, donde cientos de viviendas siguen sin ser reconstruidas o se han convertido ya en solares llenos escombros y matojos.
Mañana lunes está prevista la reapertura parcial del museo de la Isla de Ellis, que guarda los documentos sobre la llegada de decenas de millones de inmigrantes al país y cuyos edificios aún no han sido totalmente rehabilitados, mientras que la vecina Isla de la Libertad, reabierta en julio, sigue en obras.
El túnel de la línea R, una de las que unen Manhattan y Brooklyn, se cerró en agosto pasado durante catorce meses para renovar integralmente sus vías, cableado y sistema de señales, todo ellos dañados por la inundación de agua salada.
En la vecina zona de Long Beach (Long Island), el paseo marítimo no se reabrió hasta el pasado viernes.
Sandy llegó con vientos huracanados y fuertes lluvias que, combinadas con la corriente marina y una marea alta causaron gravísimas inundaciones en una región de tierras bajas, ríos y pantanos, donde se ha construido masivamente en zonas inundables.
Las infraestructuras demostraron ser tan indefensas como las miles de casas de estructura de madera destruidas o gravemente dañadas por las aguas.
En la zona de Battery Park, en el extremo sur de Manhattan, el agua subió un total de 4,25 metros (un récord histórico) e inundó los túneles del metro y del tráfico rodado, así como numerosos edificios, mientras que instalaciones eléctricas y de transporte sufrieron graves daños.
Amplias zonas de la ciudad de Nueva York, así como de las anexas zonas de Long Island y Nueva Jersey, quedaron bajo las aguas.
El huracán causó más de cien muertos en todo Estados Unidos, de ellos 53 en el estado de Nueva York y 34 en el de Nueva Jersey, según el Centro para el Control de Enfermedades (CDC), aunque no hay una cifra unificada.
Solamente en la Gran Manzana hubo 44 muertos, dos millones de personas quedaron sin electricidad, decenas de miles perdieron sus viviendas destruidas o resultaron muy dañadas, y se generaron 700.000 toneladas de escombros.
Cientos de millones de litros de agua tuvieron que ser bombeados de los túneles del metro, ferrocarril y tráfico rodado.
La mayoría de las víctimas de Nueva York murieron ahogadas en sus casas de Staten Island y Queens, que se convirtieron en trampas mortales, aunque hubo mucha gente que se salvó casi de milagro y tuvo que ser rescatada en embarcaciones o desde los tejados.
El alcalde, Michael Bloomberg, había ordenado la evacuación de unas 375.000 personas de las zonas de más riesgo, pero muchos de ellos ignoraron el llamamiento después de que la alerta del huracán Irene, un año antes, se saldase sin consecuencias.
Dos hospitales (Bellevue y Langone-NYU) tuvieron que evacuar de urgencia a sus enfermos tras quedarse sin electricidad y por los daños que el agua causó a sus generadores de emergencia.
La inundación forzó el cierre durante varios días de la Bolsa de Wall Street e incluso de la sede de Naciones Unidas, situada junto al East River y afectada también por la crecida de las aguas.
Con unos daños calculados en 65.000 millones de dólares por las autoridades federales, Sandy ha sido el segundo huracán más destructor en la historia del país, tras el Katrina, en 2005.
En los días siguientes, la región vivió una carrera contra el reloj para ayudar a las víctimas frente al clima frío, la falta de suministros y la escasez de gasolina, que forzó el racionamiento.
El famoso maratón de Nueva York se suspendió ante las protestas de los ciudadanos, que no entendían que las autoridades quisieran mantenerlo entre tanta destrucción.
Un año después, las autoridades municipales, aseguran que la situación ha mejorado notablemente, aunque con limitaciones.
"Estamos mejor preparados de lo que lo estábamos para Sandy", aseguró la pasada semana el vicealcalde, Cas Holloway, aunque reconoció que si hubiera otra supertormenta de ese calibre "habría inundaciones" en la ciudad.
Las zonas Nueva York que deberán ser evacuadas en caso de alerta se han aumentado e incluyen a 600.000 personas más, y también hay planes para proteger mejor las entradas y los sistemas de ventilación del metro y los túneles de vehículos.
La compañía eléctrica Con Edison ha protegido sus instalaciones, por ejemplo con muros de 5,5 metros de alto en la subestación de la calle 14, donde una explosión dejó a al tercio sur de Manhattan sin electricidad durante varios días.
Uno de los símbolos de la destrucción de Sandy fue la zona de Breezy Point (en la península de Rockaways, en Queens), donde el agua del mar destruyó 200 casas y otras 120 viviendas fueron arrasadas por un incendio esa misma noche. Allí, la reconstrucción aún sigue y se espera terminar las casas en los próximos meses.
En otros lugares, las casas se han levantado sobre soportes para hacerlas más resistentes. Tanto la ciudad como el estado de Nueva York están desarrollando planes para reducir el número de viviendas en zonas inundables y crear zonas de amortiguación.
Mientras la isla de Manhattan recuperó la normalidad hace tiempo, cientos de familias siguen sin hogar en las áreas costeras más expuestas, donde cientos de viviendas siguen sin ser reconstruidas o se han convertido ya en solares llenos escombros y matojos.
Mañana lunes está prevista la reapertura parcial del museo de la Isla de Ellis, que guarda los documentos sobre la llegada de decenas de millones de inmigrantes al país y cuyos edificios aún no han sido totalmente rehabilitados, mientras que la vecina Isla de la Libertad, reabierta en julio, sigue en obras.
El túnel de la línea R, una de las que unen Manhattan y Brooklyn, se cerró en agosto pasado durante catorce meses para renovar integralmente sus vías, cableado y sistema de señales, todo ellos dañados por la inundación de agua salada.
En la vecina zona de Long Beach (Long Island), el paseo marítimo no se reabrió hasta el pasado viernes.
Sandy llegó con vientos huracanados y fuertes lluvias que, combinadas con la corriente marina y una marea alta causaron gravísimas inundaciones en una región de tierras bajas, ríos y pantanos, donde se ha construido masivamente en zonas inundables.
Las infraestructuras demostraron ser tan indefensas como las miles de casas de estructura de madera destruidas o gravemente dañadas por las aguas.
En la zona de Battery Park, en el extremo sur de Manhattan, el agua subió un total de 4,25 metros (un récord histórico) e inundó los túneles del metro y del tráfico rodado, así como numerosos edificios, mientras que instalaciones eléctricas y de transporte sufrieron graves daños.
Amplias zonas de la ciudad de Nueva York, así como de las anexas zonas de Long Island y Nueva Jersey, quedaron bajo las aguas.
El huracán causó más de cien muertos en todo Estados Unidos, de ellos 53 en el estado de Nueva York y 34 en el de Nueva Jersey, según el Centro para el Control de Enfermedades (CDC), aunque no hay una cifra unificada.
Solamente en la Gran Manzana hubo 44 muertos, dos millones de personas quedaron sin electricidad, decenas de miles perdieron sus viviendas destruidas o resultaron muy dañadas, y se generaron 700.000 toneladas de escombros.
Cientos de millones de litros de agua tuvieron que ser bombeados de los túneles del metro, ferrocarril y tráfico rodado.
La mayoría de las víctimas de Nueva York murieron ahogadas en sus casas de Staten Island y Queens, que se convirtieron en trampas mortales, aunque hubo mucha gente que se salvó casi de milagro y tuvo que ser rescatada en embarcaciones o desde los tejados.
El alcalde, Michael Bloomberg, había ordenado la evacuación de unas 375.000 personas de las zonas de más riesgo, pero muchos de ellos ignoraron el llamamiento después de que la alerta del huracán Irene, un año antes, se saldase sin consecuencias.
Dos hospitales (Bellevue y Langone-NYU) tuvieron que evacuar de urgencia a sus enfermos tras quedarse sin electricidad y por los daños que el agua causó a sus generadores de emergencia.
La inundación forzó el cierre durante varios días de la Bolsa de Wall Street e incluso de la sede de Naciones Unidas, situada junto al East River y afectada también por la crecida de las aguas.
Con unos daños calculados en 65.000 millones de dólares por las autoridades federales, Sandy ha sido el segundo huracán más destructor en la historia del país, tras el Katrina, en 2005.
En los días siguientes, la región vivió una carrera contra el reloj para ayudar a las víctimas frente al clima frío, la falta de suministros y la escasez de gasolina, que forzó el racionamiento.
El famoso maratón de Nueva York se suspendió ante las protestas de los ciudadanos, que no entendían que las autoridades quisieran mantenerlo entre tanta destrucción.
Un año después, las autoridades municipales, aseguran que la situación ha mejorado notablemente, aunque con limitaciones.
"Estamos mejor preparados de lo que lo estábamos para Sandy", aseguró la pasada semana el vicealcalde, Cas Holloway, aunque reconoció que si hubiera otra supertormenta de ese calibre "habría inundaciones" en la ciudad.
Las zonas Nueva York que deberán ser evacuadas en caso de alerta se han aumentado e incluyen a 600.000 personas más, y también hay planes para proteger mejor las entradas y los sistemas de ventilación del metro y los túneles de vehículos.
La compañía eléctrica Con Edison ha protegido sus instalaciones, por ejemplo con muros de 5,5 metros de alto en la subestación de la calle 14, donde una explosión dejó a al tercio sur de Manhattan sin electricidad durante varios días.
Uno de los símbolos de la destrucción de Sandy fue la zona de Breezy Point (en la península de Rockaways, en Queens), donde el agua del mar destruyó 200 casas y otras 120 viviendas fueron arrasadas por un incendio esa misma noche. Allí, la reconstrucción aún sigue y se espera terminar las casas en los próximos meses.
En otros lugares, las casas se han levantado sobre soportes para hacerlas más resistentes. Tanto la ciudad como el estado de Nueva York están desarrollando planes para reducir el número de viviendas en zonas inundables y crear zonas de amortiguación.
EFE