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domingo, 27 de octubre de 2013

¿Al fin qué? ¿Son racionales los mercados o no?

Tim Harford y Ruth Alexander
BBC
El próximo 10 de diciembre, tres economistas recibirán el premio Nobel 2013 por "sentar las bases para el entendimiento de los mercados de activos". El problema es que dos de ellos tienen interpretaciones diametralmente opuestas sobre cómo se comportan los mercados. ¿Por qué?
La historia comienza a principios del siglo XX, en París. Louis Bachelier, aspirante a físico, vivía una vida llena de desgracias.
Sus padres murieron repentinamente, dejándolo a cargo de su hermano pequeño. Por ello, no pudo ir a la universidad. Pero tomó clases nocturnas y produjo uno de los famosos resultados de Albert Einstein antes que el mismo Einstein. No obstante, la academia no le creyó.
Finalmente, en 1900, Bachelier publicó una obra que, mucho después de su muerte, llegó a ser reconocida como pionera.

El futuro es fortuito

Su notable idea es que el precio de los bonos del gobierno sigue el curso del azar: cada nuevo movimiento en el precio es impredecible.

A primera vista es una idea extraña. ¿Por qué sería el rendimiento de un activo financiero aleatorio?
Lo que Bachelier entendió es que si era obvio que una acción o un bono valdría más la semana que viene, entonces el precio ya debía haber aumentado anticipando eso. Los cambios predecibles ya habrían tenido lugar, porque el mercado es eficiente, así que lo único que quedaría serían las sorpresas imprevisibles.
En la década de los 60s, el estudiante Eugene Fama del departamento de Economía de la Universidad de Chicago, conocía bien la teoría de Louis Bachelier, pero no le satisfacía.
"Me di cuenta de que con una declaración no bastaba. No había ningún modelo económico detrás de ella", explica.

Son eficientes… aunque no lo sean

Fama se puso a trabajar y terminó demostrando que los mercados bursátiles son realmente eficientes.
Si eres un inversor, una consecuencia importante de un mercado eficiente es que no tiene sentido intentar enriquecerse en pocos minutos. El mercado siempre estará un paso más adelante. Es mejor invertir en un amplio espectro que creer en un esquema para hacerse rico rápido.
Fama encontró, de hecho, algunas formas de ganarle al mercado, - o al menos, unas estrategias de inversión que habrían funcionado en el mercado en el pasado. Sin embargo concluye que para propósitos prácticos de inversión, es mejor que la gente se comporte como si los mercados fueran eficientes y, como si por lo tanto nada es infravalorado.
"Porque si son ineficientes es muy difícil saber cómo, cuándo y dónde, y la evidencia sugiere que los supuestos expertos no son muy buenos para adivinarlo", dice.
"La gente gasta mucho dinero tratando de contratar gerentes que puedan detectar buenas acciones, aunque la evidencia absolutamente concluyente dice que es probablemente imposible hacerlo".
Eugene Fama y Robert Shiller

El retador

Así que el mercado siempre tiene razón. O quizás no.
Una década más tarde, un desafío a la hipótesis de mercados eficientes llega a la escena: Robert Shiller, quien ahora trabaja en la Universidad de Yale, pero en ese entonces estaba en MIT.
Hizo un estudio en el que por medio de la estadística demostraba que la volatilidad del mercado es demasiado alta como para que la teoría de los mercados eficientes sea verdad.
Su idea era que los mercados tienen una tendencia a reaccionar exageradamente a las noticias, o reaccionar a no-noticias.
"Eso me metió en una enorme controversia", recuerda. "Me preguntaba ¿por qué la gente es tan emocional acerca de esto? Sólo estoy diciendo algo que es de sentido común y obvio: los mercados no son perfectos".
Y el argumento no se quedó en los círculos académicos. Llegó hasta el corazón de la economía en el mundo real. En 1996, el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, invitó a Shiller a almorzar.
"Le pregunté a los presentes: ¿Cuándo fue la última vez que un presidente de la Fed dijo que pensaba que la bolsa estaba sobrevaluada?”.
La respuesta era: hace 30 años.
"Así que le dije a Greenspan: “Tal vez debería considerar hacer una declaración sobre el sobreprecio del mercado?".
Pocos días después el presidente de la Reserva Federal hizo un discurso que se ha hecho famoso.
Alan Greenspan
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"¿Cómo sabemos cuándo una exuberancia irracional ha aumentado indebidamente los valores de los activos que luego se ven expuestos a inesperadas y prolongadas contracciones como las que han tenido lugar en Japón en la última década?", dijo Greenspan.

La subida antes de la caída

Tras haber impulsado a Alan Greenspan a la acción, Shiller escribió unbest seller llamado “Exuberancia irracional” y es famoso por decir a finales de la década de 1990 que las acciones estaban enormemente sobrevaluadas -y se devaluaron no mucho después- y por haber dicho en 2005 que en Estados Unidos los precios inmobiliarios estaban sobrevaluados. Y también se derrumbaron.
¿Fue suerte? ¿Cuáles fueron sus razones para denunciar la existencia de una burbuja?
Bueno, los analistas bursátiles comúnmente comparaban las ganancias de las empresas con la cotización de las acciones en la bolsa.
Lo que Shiller y su colega John Campbell habían decidido hacer era tener una visión a largo plazo de este índice. Compararon la cotización con los ingresos promedio de los últimos 10 años. Este índice a largo plazo registró un notorio incremento en 1929, justo antes de la gran depresión de Wall Street. Y el aumento registrado a finales de la década de 1990 fue aún más grande.

¡Fuego!

Corredores de bolsa en Alemania

¿Por qué no detectamos estos auges irracionales a tiempo?
“Creo que es porque mucha gente se beneficia con la continuación del auge", dice Shiller. "Y hay una sensación que nadie debe gritar '¡fuego!' en un teatro abarrotado; todo va muy bien, ¿no? Las ganancias están subiendo, los precios van subiendo…".
Pero Eugene Fama no está convencido de que es tan fácil de detectar problemas en los mercados financieros.
"La idea de que, por ejemplo, los reguladores de alguna manera deberían entrar y estallar burbujas para mí es una broma", dice.
"No creo que, aparte de hacerlo en retrospectiva, nadie puede reconocer realmente burbujas -ni siquiera me gusta la palabra-".
En opinión de Gene Fama, cuando las acciones de tecnología florecieron en la década de 1990 y luego colapsaron, lo que se reflejó fueron las opiniones de la gente respecto a la perspectiva de la consolidación de empresas altamente exitosas. Pero no hubo un número suficiente de empresas que lo lograsen para sostener los precios de las acciones en ese nivel. Pero eso no quiere decir que el mercado fuera irracional; simplemente comprueba, a posteriori, que estaba equivocado.

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El otro ganador, Lars Peter Hansen
No hay que olvidar al otro ganador: Lars Peter Hansen.
No debemos pasar por alto a Lars Peter Hansen. Es el tercer ganador del premio Nobel, por el desarrollo de herramientas estadísticas que ahora son enormemente influyentes en la economía, especialmente en el estudio de los mercados financieros.
Pero no seríamos humanos si no nos pareciera curiosa la aparente contradicción en la adjudicación de parte del premio Nobel a Eugene Fama por demostrar que el mercado es eficiente y otra parte a Robert Shiller, por demostrar que no lo es. ¿Está curándose en salud el Comité?
Ambos recibirán una mención en los libros de historia por haber contribuido con el desarrollo futuro del pensamiento económico, en opinión de Shiller.
"Es un poco como la religión", dice. "Es decir: hay todas estas sectas diferentes y si se miran en conjunto no parece tener ningún sentido: se contradicen mutuamente en cosas tan fundamentales. Pero tal vez hay una sabiduría sobre la vida que sale de todos ellos. Y creo que la profesión económica no es tan fragmentada como puede parecer”.
¿Pero no es un poco irritante compartir el premio Nobel con alguien que parece contradecirlo?
"Creo que hay espacio para desacuerdo sustancial y creo que todos los puntos de vista -todas las interpretaciones de las pruebas- deben tener una oportunidad para defender sus argumentos", dice Fama.
"Quiero decir, todo esto hace del mundo un lugar mucho más interesante, y me emocionó mucho que se lo dieron a Bob".