La primera ministra de Bangladesh, Sheij Hasina, renovó hoy su juramento como jefa de Gobierno a pesar de la polémica generada tras las últimas elecciones, boicoteadas por la oposición, y de un recurso presentado contra el nuevo Gabinete.
En el poder desde 2008, la Liga Awami de Hasina se ha apresurado a celebrar el juramento de los nuevos parlamentarios, que tuvo lugar el pasado jueves, y del nuevo Gabinete, que tomó posesión hoy, a pesar de que el anterior Parlamento aún no ha sido disuelto.
Esta aparente incongruencia provocó, según medios locales, un recurso presentado ante los tribunales por un letrado del Supremo, Eunus Ali Akand, para retrasar la toma de posesión del nuevo Ejecutivo hasta la disolución de la Asamblea a final de mes.
Hasina ha renovado hoy su mandato tras jurar el cargo ante el presidente, Abdul Hamid, después de que su partido arrasara en las elecciones celebradas hace una semana, en las que obtuvo 232 de los 300 escaños disputados, ante el boicot del grueso de la oposición.
La décima legislatura de Bangladesh, país creado en 1971 tras la independencia de Pakistán, llega tras unas comicios marcados por la violencia de la jornada de votación, que dejó una veintena de muertos y cerca de 200 colegios electorales en llamas.
Sólo 48 de los 92 millones de posibles votantes pudieron ejercer su derecho debido al boicot y los disturbios.
Los fallecidos del domingo se suman a las 150 personas que han muerto desde el anuncio electoral en noviembre y que han enrarecido al máximo el clima político del país hasta el punto de suscitar dudas sobre la legitimidad del proceso electoral.
La oposición, encabezada por la jefa del principal partido opositor y enemiga acérrima de Hasina, Jaleda Zia, ha pedido la anulación de unos comicios que considera una "farsa".
La formación de Zia, el Partido Nacionalista de Bangladesh (BNP), ha calificado las elecciones como "ridículas", al Gobierno de "ilegal" y ha descartado cualquier posibilidad de diálogo.
Las críticas al polémico proceso electoral también han llegado desde el exterior, y tanto el Gobierno estadounidense como el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, expresaron esta semana su honda preocupación por la situación en el país asiático.
Bangladesh atraviesa uno de sus momentos más violentos desde su sangrienta independencia.
En el último año, una decena de personas -en su mayoría octogenarios líderes islamistas pero también dos líderes del BNP- han sido condenados a penas de muerte y prisión por crímenes de guerra cometidos en la contienda civil que llevó en la creación del país.
Asimismo, un tribunal ilegalizó al principal partido islamista, el Jamaat-e-Islami (JI), aliado tradicional de Zia, por considerar que se trata de un partido religioso que no reconoce al pueblo como la fuente del poder y que espolea la división entre comunidades.
Los continuos episodios de violencia y la incapacidad de los partidos de contenerla llevaron en 2007 a instaurar durante casi dos años un régimen tutelado por el Ejército bangladeshí. EFE