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lunes, 10 de marzo de 2014

INTERNACIONALES

El Gobierno de México descabeza dos carteles del ‘narco’ en 15 días

El presidente Enrique Peña Nieto había fijado 2014 como el año en el que debían de ponerse en marcha las reformas aprobadas que en teoría cambiarán la estructura económica y política de México, pero los mayores logros del Gobierno en estos tres primeros meses tienen que ver con la lucha contra el narcotráfico. A la captura de hace dos semanas de Joaquín Archivaldo El Chapo Guzmán, el narcotraficante más buscado del mundo, se suma ahora la muerte de Nazario Moreno,El Chayo, un capo con pretensiones pseudorreligiosas que el Gobierno anterior había dado por muerto. El cartel de Sinaloa y Los Caballeros Templarios han perdido a sus líderes.
El cartel que lideraba El Chayo, una organización con un discurso regionalista y místico, lleva un año enfrentando en Michoacán a las autodefensas, un movimiento compuesto por empresarios y ganaderos locales que decidieron crear su propia policía para hacer frente al crimen organizado. Ante ese panorama, el presidente había encomendado a un hombre de su confianza, Alfredo Castillo, pacificar esa zona, una región productora de marihuana en la que también proliferan los laboratorios clandestinos de metanfetamina. El Gobierno destinó 3.400 millones de dólares para regenerar ese Estado y desplegó 10.000 efectivos de la policía y la Marina en el terreno. El abatimiento del cabecilla del cartel predominante es el primer gran logro de la misión en materia de seguridad.
El Chapo, el narcotraficante que lideraba el cartel de Sinaloa, el que más cantidad de droga es capaz de pasar a Estados Unidos, y El Chayo formaban parte de la lista de los 122 narcotraficantes más buscados de la que el presidente habló a mediados de diciembre. Hasta ese momento se desconocía la existencia de ese informe. La Procuraduría -fiscalía- se negó a dar a conocer los nombres de los delincuentes que figuraban en él pero un órgano de transparencia le obligó a hacerlos públicos. Ahí aparecía también Miguel Ángel Treviño Morales, el líder de Los Zetas, capturado durante la nueva administración priista en circunstancias similares a las del Chapo. Las autoridades no dispararon ni una sola vez en las operaciones de detención de los dos hombres más peligrosos del país.
La muerte del Chayo y la incautación hace unos días de 119.000 toneladas de hierro en el puerto de Lázaro Cárdenas, enclave estratégico para las operaciones de los narcotraficantes, deja en entredicho el futuro de Los Caballeros Templarios. El despliegue del ejército, la policía federal y el avance de las autodefensas por la mayoría de los pueblos de Tierra Caliente, la zona clave para controlar los cultivos de droga y los laboratorios de metanfetamina, son otros problemas añadidos que tiene que enfrentar la organización.
No ha habido un solo disparo en las operaciones de detención de los dos hombres más peligrosos del país
La caída del capo termina también con una historia que en Michoacán había adquirido tintes de leyenda. Era un personaje carismático con dotes de líder espiritual. A los drogadictos a los que incitaba a unirse a su cruzada contra Los Zetas, el cartel paramilitar que había tomado Michoacán, les animaba a seguir su ejemplo. De joven había sido alcohólico pero desde hacía dos décadas permanecía sobrio. La abstención, decía, había enaltecido su espíritu. El hecho de que la administración de Calderón dijera que lo había asesinado en 2010 y la gente lo viera andando como si de un resucitado se tratara lo envolvió en un aura de misticismo. Figuras de cerámica del Chayo vestido como un caballero medieval reemplazaban a las de Jesucristo en las iglesias de algunos pueblitos de Michoacán.
Servando Gómez Martínez, La Tuta, un antiguo profesor de escuela que ha dado entrevistas a la prensa y que sube vídeos a YouTube dando una especie de mítines, podría ser quien tomara el relevo en el cartel. Como se creía muerto al Chayo, desde hace tiempo se pensaba que La Tuta era el número uno. El Gobierno quiso evaporar esa idea mediante mensajes de texto enviados a los móviles de los corresponsales: "Dato importante: Nazario Moreno era la cabeza de la organización, incluso sobre La Tuta".
La segunda muerte de Moreno deja en evidencia al anterior Gobierno de Felipe Calderón, un presidente que invirtió toda su credibilidad y capital político en la guerra contra el narcotráfico. De todos modos, aquella operación en la que se le dio por muerto tuvo unas circunstancias distintas a las actuales. Entonces, los combates entre las autoridades y los comandos armados de los carteles eran más directos y la información que se difundía a menudo era confusa. Esta administración, intentando evitar cualquier sombra de duda, difundió ante la prensa las huellas dactilares del muerto y las comparó con las que había estampado en la cartilla de su servicio militar.
EL PAIS